Hola a todo el mundo!
Ya hace algo de tiempo que no pongo esto al día, así que voy a ello. Ahora que ha empezado el curso me he propuesto como meta personal pasarme más a menudo por aquí y actualizar regularmente, porque la verdad es que tengo esto un poco abandonado y con escasez de lectores.
Aunque, ahora que lo pienso... ha empezado el curso para todos... menos para mí. Sí, porque yo estoy con fiebre. Bueno, y con dolor de cabeza. Y con tos, y con congestión, y con náuseas, y con dolor de garganta... hm... me da la impresión de que me dejo algo. Según la doctora Fuentes, mi médico de cabecera, mi problema se llama faringitis. O sea, que mientras todos mis amigos y compañeros de clase empiezan a tomar los primeros apuntes, yo estoy en casa, muriéndome del asco. Tengo escalofríos por las noches, sudo, tiemblo... Dios, he llegado a la conclusión de que estar enferma es un coñazo.
Bueno, aclarémonos, estar enferma puede ser genial, sobre todo si te toca en mitad del año. Es más, hay veces en que, cuando ni estás de exámenes ni tienes acontecimientos sociales importantes, caer enferma es lo mejor que puede pasarte. Estoy bajando del instituto, aburrida de la vida, y pienso: "una buena gripe me vendría de perlas". Pues sí, para qué nos vamos a engañar. Te pasas una semanita en casa, tranquilita, mirando la tele y estornudando, mientras tus amigos te llaman por teléfono para preguntar por ti. Se está bien, la verdad.
Pero... es que ahora no son horas, por favor. Acaba de terminarse el verano, las fiestas de mi pueblo (muy divertidas, por cierto)... después de tanto tiempo sin hacer nada, es cuando una persona maniática como yo tiene ganas de retomar alguna actividad, en este caso la más habitual: el instituto. Bueno, está bien, ya tendré tiempo de arrepentirme de mis palabras, pero es que en estos momentos la faringitis me ha venido muy mal. A parte de estar fatal (que es lo normal) ¡es que no tengo nada que hacer! Mi existencia consiste en ir de la cama al sofá y del sofá a la cocina, arrastrando los pies y sorbiéndome los mocos, mientras la cabeza me da vueltas y me retumba. Un medicamento detrás de otro y visitas al ambulatorio cada dos por tres. Bueno, al menos sí que llaman para ver como estoy pero, dentro de la desgracia, la alegría es ínfima.
Ah, señor... esto no es vida.
Quiero ponerme buena pronto.
Besazzos,
Luli
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