sábado, 31 de mayo de 2008

Fiesta de Fin de Curso



Queridos lulilectores:


Anoche fue mi fiesta de fin de curso. En mi instituto (fundado durante la Era Precámbrica) es el segundo año que se celebra y, la verdad, ha sido todo un éxito.

Comenzó la velada con un concierto de la banda del pueblo (bueno, parte de la banda, sólo los alumnos o antiguos alumnos del insti) y, después de tocar Indiana Jones y varios pasodobles, nos llamaron al escenario (el temido momento) para darnos la ORLA y un detallito delante de padres, hermanos y profesores. Me temblaron las rodillas cuando me tocó el turno, pero valió la pena porque recibí una espléndida ovación por parte de mis amigas.

Después del acto se hizo una cena en el gimnasio (nos sirvieron unos pollos asquerosos, desde luego, no se estiraron con el menú) y, por último, algo de fiesta con los músicos y los profesores antes de irnos a CocoLoco (Grau de Gandía). Lo guay fue que algunos de nuestros profes se vinieron con nosotros a la discoteca, entre ellos el de ingés (que iba como una cuba), la de valenciano (qué mona ella), el de filosofía (arrgh!), la de biología (la pillaron fumando), la de plástica (una marcha ella sola...), la de latín (en el fondo es buena gente -por cierto, se me ha quedado un 6 de media en su asignatura ¬¬) y la de economía, entre otros.

Parece ordinario y soso, ¿no? Sin embargo, yo me lo pasé bien. A las siete de la mañana volvíamos a casa y, antes de irme a dormir, me compré una napolitana en el horno que hay delante de mi casa, me la fui comiendo por el camino. A las ocho me dormía y a las tres me despertaba, para acabar de comer a las cuatro y media de la tarde. Son las seis y media pasadas y aún estoy en pijama.

Sí, sí, qué manera de despilfarrar un día, os estaréis diciendo con un chasquido reprobatorio. Puede.


Mi padre (ERDM) me ha dicho que allá por la Edad Media (cuando él aún era joven) estaba mal visto salir de fiesta y llegar por la mañana. Y que mi abuelo, tan sabio él, le aconsejaba:

-Si sales de fiesta y vuelves a las tantas, al menos ten un poco de vista y compra el periódico de camino a casa, por disimular.

Y mi padre, obediente, se iba apestando a tabaco, alcohol y sudor al primer puesto que encontraba abierto y se dejaba los cuartos en El Levante.

Ays... todos hemos sido jóvenes alguna vez ;)


Besazzos,


*Luli*

miércoles, 28 de mayo de 2008

Echarle huevos



Queridos lulilectores...


Al fin, después de siglos y siglos, acabo de terminar mi último examen: Latín.


Es curioso, porque aunque tendría que estar contenta y feliz, me he pasado diez minutos llorando de la rabia antes de tranquilizarme y contaros mis últimas andanzas. Sí, porque resulta que la simpática de mi profesora ha puesto de examen final uno que hicimos el trimestre pasado, uno que suspendí. Perdón, EL ÚNICO QUE HE SUSPENDIDO ESTE AÑO, con un 4,05.


Pues, hala, ahí lo tenéis otra vez, jaja, que os sea leve. Me ha dado un pelele por varias razones:


1) El breikindance (juas XD). No, en serio.


1) Como he dicho, ese examen es el único que he suspendido en todo este curso (Segundo de Bachillerato, que no es por echarme flores pero tiene mérito). Llevo todo el curso sacando sobre sietes, ochos y nueves (incluso dieces). Sólo un 4. Sólo uno.


2) Encima era un texto peliagudo y, además, lo odiaba porque me había herido en el orgullo (era mi espinita clavada).


3) Se me ha caído un mito, porque la profa de Latín es la típica interina enrollada, guapa, simpática y comprensiva que todos adoran o, lo que viene siendo lo mismo, la profesora que mejor nos ha caído este año (que también la liamos con el Señor Don Profesor de Arte, ya os contaré).


Es decir, que ese examen me ha sentado como una patada en todos los huebbs. Hemos hecho decenas de exámenes este año, incluidos de Latín, y mi pregunta es: ¿Por qué, de todos los textos que hemos traducido -sobre los 100- justamente tenía que repetir ESE en el examen final? ¿No podría haber puesto algún otro, por ejemplo, alguno en el que yo hubiera sacado un 6? ¿Tenía que ser el del 4? ¿Era realmente necesario?


Sinceramente, el examen me ha salido como el culo. Poniéndome en lo mejor -y siendo realista- realmente tengo más probabilidades de aprobar que la última vez, porque en teoría sé más y tengo más práctica que hace tres meses, pero, por mucho que apruebe, un 5 o un 6 no me sirven para nada. La nota media a la que aspiro este año es un ocho (rezo por él a cada momento), y me he dejado los cuernos en todas las asignaturas para conseguirlo (he intentado ir a por más pero no me llega, soy cortita o tonta perdida).


¿Sabéis lo que me costó sacar en el último examen de Latín un 7,5? Yavë, Alá, Dios y Buda estaban ese día haciendo el examen conmigo, porque si no, es que no me lo explico. Y cuando la señorita Sujeto T, la profa mona, me dio la nota... sonaron las campanas hasta en el Tíbet. Mi primer 7,5 en Latín, teniendo en cuenta que no tengo ni pajolera idea y, además, me ha tocado dar primero y segundo de Bachiller en menos de ocho meses, porque el desastre de mujer que teníamos el año pasado no nos inculcó base alguna.


Pues ale, todas las aspiraciones que tenía se me han borrado de un plumazo esta mañana a las ocho y media cuando me he visto el p*** texto delante de mí. Juraría que se ha parado el tiempo y todo, sólo estábamos nosotros dos, solos, él y yo, yo y él. Mirándonos desafiantes, a ver quién podía más. Si hubiera tenido lengua, me la hubiera sacado, fijo. He empezado a hacerlo, pero al final me he dado cuenta de que no tenía ninguna oportunidad de vencer.


Después de todo lo que he estudiado.


Con toda la ilusión que tenía, de mantener mi bonito 7,5.


Después de pasarme más de tres semanas sin dormir (lo juro, tendríais que ver mis ojeras, este mes ha sido durísimo y el día antes de la global de Geografía me vine abajo y pensé hasta en dejarlo y echarlo todo por la borda).


Después de todo lo que he pasado, que tengo desde hace siete días un dolor de cabeza permanente que no se va ni con aspirinas, ni con fruta, ni con el caldo de la abuela.


Después de todo... esto.


Menudo palo.


Ahora toca esperar.


Pero (pero), para variar, voy a buscarle el lado positivo a la vida: he acabado. He acabado y pienso pasarme 3 días echada en el sofá sin hacer nada, para después volver a empezar (el Selectivo son los días 10, 11 y 12). Y pienso dormir, y meterme en internet y salir a que me de el aire. Después ya reemprenderé la dura tarea de estudiar otra vez.


También quisiera contaros la última idea que se me ha estado cruzando por la cabeza. Una idea que, en un principio, fue fugaz, pero a la que le he estado dando vueltas y vueltas y cada vez toma más consistencia en mi cabeza: ir a estudiar a Alemania.


Veréis, resulta "de" que necesito un ocho porque para la carrera a la que quiero entrar (Comunicación Audiovisual en Valencia) tengo que tener un 7,72, que es la nota de corte. Yo, para ir sobradita, prefiero el ocho (por si las moscas, que hay overbooking).


No obstante, al Rei del Mambo (ejem, mi padre) no le gusta esa carrera. No me lo ha dicho directamente, pero aún no le he oído soltar ni una sola manifestación a favor de mi decisión, todo son "peros". Que si no tiene futuro, que si está colapsada, que si no tiene salida, que si a ver después de qué trabajarás, no ganarás un duro... A mí, de tanto decírmelo, ya me ha metido el runrun en la cabeza y ahora tengo dudas. ¿Y si tiene razón y después me arrepiento?


Yo en un principio iba a estudiar Traducción e Interpretación, porque se me dan bien los idiomas y me gustan, pero pronto deseché la idea cuando me di cuenta de que era una carrera que, igual que ahora se llama "Traducción e Interpretación", perfectamente podría llamarse "Gramática, he dicho". Odio la gramática -ejem, Latín- y es que encima se me da fatal. Demasiados complementos, demasiadas subordinadas, demasiadas adecuaciones. No, gracias, pero no.


Desechada (o, bueno, apartada) esta idea, me puse a buscar otra. Y me llegó una sin pensar, de un momento a otro: Comunicación Audiovisual. No es cuestión de una resolución tomada de un día para otro, no, es cuestión de vocación. Desde muy pequeña me ha encantado ese mundillo, cuando era niña me pasaba los veranos haciendo programas de radio -entrevistas a mis amigas o a mi hermana-, dirigiendo pequeños videos, escribiendo guiones para obras de teatro -con acotaciones y todo-, haciendo fotos... Hace dos años presenté un programa de radio en un estudio de verdad, en Alemania (en alemán), y cada vez que toca hacer algún debate o algo me ponen a mí de moderadora, porque se me da bien. Encima soy super teatrera y estoy como una cabra (requisitos fundamentales) y mis amigas no paran de decirme que de mayor me ven en la tele o de peridodista. A mí, personalmente, me hace una ilusión de cuidado.


Por eso me sienta mal que mi padre no me apoye y encima me meta dudas en la cabeza, pero es que con la excusa de "es por tu bien, piénsatelo, de ello depende tu futuro y tu vida" ya no sé si es la mejor opción. ¿Y si es cierto que cuando acabe la carrera no encuentro trabajo? ¿Y si entonces me arrepiento? Jo, pues ahora no sé que pensar.


De todas formas, eso es paralelo a lo de ir a estudiar fuera. Me dio un ramalazo aventurero y dije: voy a empezar desde cero. Me iré a Alemania, viviré con mis parientes de allí y me buscaré la vida: empezaré en una Universidad extraña, con un idioma desconocido (bueno, lo hablo perfectamente pero de gramática no se nada), haré amigos (o no, juju) y puede que hasta me busque algún trabajo. ¿No es genial?


Quiero decir, ¿cuánta gente tiene la oportunidad de hacer eso? ¿Y el valor? ¿Tendré el valor? Siempre estaré a tiempo de estudiar en Valencia, Castellón o Gandía, pero yo no soy una persona convencional. Me considero atípica: así como todas mis amigas ya están pensado en el sitio donde celebrar su convite de boda, en el nombre de sus hijos o en la calle donde van a vivir, yo prefiero irme a ver mundo por ahí. Parte de mis deseos se harían realidad. Pero a cambio tendría que dejarlo todo atrás: mis amigas, mi familia, mi perra, el buen tiempo, las series de Antena 3...


Y aquí me tenéis, en un camino que acaba en ochenta mil bifurcaciones, sin saber por dónde tirar. ¿Qué hago, Traducción e Interpretación -que mi padre considera que tiene futuro y es la mejor opción pera mí- o Comunicación Audiovisual? ¿Y dónde me matriculo este año, en Hamburgo o en Valencia? Titirirííí... será cuestión de echarle huevos.


Siejke... con dieciocho años una no puede saber lo que quiere. Mi vida es caótica, igual hoy digo blanco que mañana digo negro. Ays... me voy a volver loca.

domingo, 18 de mayo de 2008

Seré breve


Queridos lulilectores...
Lamento la larga ausencia, pero es que me encuentro metida en los asquerosos exámenes. Esta semana que viene es lo peor: el global de arte (empecé a estudiar el viernes y me lo veo más negro...) y el global de geografía (más un trabajo).

La verdad, no sé cómo voy a hacerlo, estoy deprimiéndome, pero supongo que podré sacar fuerzas de algun lado.


Por otra parte, me he declarado como Nietzscheana (o con inclinaciones nietzscheanas), porque estoy de acuerdo en eso de que nuestra sociedad es más gregaria que un ramado de ovejas, pero no voy a profundizarlo en este momento, me llama Goya.
Así que... nada, lulilectores, sed felices y deseadme suerte que, cuando todo pase, tendréis más noticias mías.


Besazzos,


*Luli*

lunes, 5 de mayo de 2008

Día del payaso



Sí, ya sé que en realidad se llama día de la madre, pero para mí hoy ha sido el día del payaso. Con mi madre, por cierto, he cumplido porque le he regalado la orquídea que tanto ansiaba ella desde que mi querida perra se cargó la antigua, en un arrebato de emoción incontenida.

Y en cuanto al día del payaso... no ha empezado muy bien que digamos. Mi amiga Sujeto S y yo (Santa Luli, mártir) hemos aterrizado en el restaurante establecido a eso de las doce y media (hora que había fijado la mamá del comuniante -un niño con gafas al que no he visto más que dos veces a lo largo de todo el día), pero con tan mala pata que no había llegado nadie aún. Lógicamente, Sujeto S y yo decidimos comer antes de que venga la estampida de nenes y, depués de comunicar nuestros deseos al camarero, este nos indica comprensivamente que tomemos asiento en la cafetería, que ahora en seguida os sirven algo. Así lo hacemos pero resulta que, a parte de que nos tienen casi una hora esperando, encima es que nos echan la bronca (los otros camareros) de que no hacemos nada.

Me explico un poco. Resulta que en la comunión del niño Sergio había dos grupos de gente encargados de los críos: por un lado dos chavales de animación, que tenían que ocuparse de los más mayores, hacerles juegos y cosas, y, por otra parte, Sujeto S y yo, que teníamos que vigilar a los más pequeños. Hablamos con la madre y nos dijo que no hacía falta que compráramos nada para los peques, sólo algún balón como mucho, que de las otras cosas se encargaban los de animación. Nosotras, sin embargo, compramos dos balones y unas tizas para rayar en el suelo.

Y por eso, mientras esperábamos nuestra comida (que los gilipo**** de los camareros nos trajeron cuarenta y cinco minutos después), los de animación correteaban de un lado para otro pegando globos a las sillas. Nosotras no teníamos globos, por lo que nos sentíamos algo incómodas (es decir, enormemente violentas), pero esperábamos a que vinieran los camareros con nuestra comida y los nenes pequeños.

A la una y media se nos acerca un tipo (sería el gerente o algo) que suelta algo parecido a esto:

-Vosotras no hace falta que hagáis nada, que total, ya hay más payasos por aquí, ¿no? ¡Ni globos ni leñes, que ya somos muchos los que estamos trabajando! Es estupendo ver lo relajadas que estáis.

Sujeto y yo nos miramos mutuamente y empezamos a reírnos delante de la cara del antipático ese, pero con evidente turbación. Empezamos a dudar sobre nuestro papel en la función y decidimos llamar a la madre de Sergio, que en seguida nos da la razón por teléfono: nosotras somos independientes de los de animación, no tenemos ningún por qué de ayudarles en lo que hacen (a no ser que nosotras queramos) y a ver qué narices se ha creído el tipo ese.

Quedándonos más tranquilas, comemos (medio bocadillo de jamón serrano, seco e insípido), mientras los camareros nos miran con evidente reprobación a la vez que montan las mesas. En ese momento tenía unas ganas locas de largarme porque, por una parte, a mí me daba cosa estar ahí sentada, cruzada de brazos y mirando cómo trabajaban los demás, pero por otra: a ver qué cojones se ha creído el camarero ese que es, que le daba una envidia cochina estar pringando mientras nosotras esperábamos la roñosa comida que nos han servido, y no tenía ningún por qué de ladrarnos de esa manera. Nos ha dejado supercortadas, de verdad, pero después se me ha pasado todo.

Cuando han venido los demás, después de la inicial confusión, he de decir que la tarde ha transcurrido más tranquilamente de lo que esperaba. Los niños, en general, eran un encanto y no nos las han hecho pasar demasiado canutas. Hago un breve resumen de los presentes:

-Sergio, el comuniante: prefería ver Pressing Cats en la televisión antes que jugar por ahí con los otros. Era un gafitas muy moreno, he sabido poco de él.

-Julio: ¡¡¡qué ricura de persona!!! Delgadito, rubito y más dulce... me he quedado realmente prendada de él, además era muy parlanchín y me contaba cosas interesantísimas, como que vivía en una casa naranja o que de mayor le gustaría tener una trompeta gigante. Tendría unos cinco o seis añitos. Es mi ideal de hijo, con uno así, cualquiera. ¡Diosss qué cosa tan guapa!

-Adrián 1: el hermano pequeño de Julio. Para mí que era autista, no se dejaba coger de la mano, nunca contestaba e iba a su rollo. No me he atrevido a preguntárselo a sus padres (que estaban todo el tiempo pendientes de él), pero es evidente que tiene algún tipo de problema. Es el único que nos ha dado un disgusto serio porque creíamos que había desaparecido, pero por suerte lo hemos encontrado poco después nadando en la piscina bajo la supervisión de su padre.

-Adrián 2: revoltoso, descarado e indómito. Ocho años. He tenido poco trato con él, pero lo he calado en seguida: era el jefecillo de la banda de Sergio, y eso que era el más pequeño. Aunque, eso sí, guapísimo; de mayor será el capricho de las nenas. Lo he pillado varias veces haciendo maldades, como tirarle botellas de cristal a una carpa gigante que nadaba tan tranquila en un estanque. Cómo no, le he dicho que lo dejara estar, pero ha hecho como quien oye llover: me ha dicho que sí para tenerme contenta y aún no me había girado ya volvía a las andadas. Que le den.

-Martínez: un mini Bisbal (por los rizos), más basto que un hombre de la huerta. Era muy chiquitín, y sólo quería jugar a las motos. Me he hartado de decirle: "después, bonito, después de lo que estamos jugando ahora", más que nada porque no sé jugar a las motos (y porque no había motos). Le he reguntado tropecientasmil veces por su nombre, pero sólo alcanzaba a oír: "Bsbsmsg Martínez", así que Sujeto y yo lo hemos llamado todo el tiempo por su apellido, en plan antigua usanza. Aunque después me he enterado de que se llama Guille (por los otros niños), la cosa se ha quedado en Martínez.

-Neus y María: unas niñas muy buenas y muy educadas: dos soles, han dado cero problemas y se han apuntado a todos los juegos. Sólo seis o siete añitos, pero muy vivaces.

-Candela y Carmen: una más mayor, otra más pequeña. Bastante atontadas, pero lo atribuyo a la infacia.

-Miriam y Lorena: hermanas y primas de Sujeto S. Miriam, la mayor, hará la comunión el año que viene: se da un aire a Anna Popplewell pero en castaña, y es responsable, comunicativa, observadora e inteligente. La verdad, la admiro mucho, es un buen proyecto de persona y además es muy guapa. Lorena, bastante más pequeña, es un terremoto.

-Jesús: amigo de Julio e influenciado por Adrián 2 y Co. Me llevaba al pobre Julio a malas compañías, casi me da un ataque pero he logrado sacarlos a los dos de allí. Se ha pegado más batacazos el Jesús este...

-Carlos: muy chiquitín también, dócil y moldeable. Me ha dado pena porque quería que le pintara la cara de Spiderman, y le hecho un empastre al pobre que ha sabido fatal después. ¡Pero él era feliz! Si ejke se conforman con que les des...

-Sara: pedante, mandona y bastante insoportable. La tía, al ser de las más mayores, está lo suficientemente espabilada como para aprovecharse de las otras niñas, y sólo quería jugar a lo que ella decía y como ella decía, no aceptaba propuestas de nadie más. Le hemos bajado un poco los humos, pero en fin. Nos tenía cariño, a nosotras "las payasas", así que no estoy demasiado resentida con ella, sólo que su manera de ser hay que corregirla antes de que se convierta en una hipócrita hitleriana, sólo ocupada en ella misma y en exterminar a los que no piensan igual (y no me toméis por exagerada, he conocido casos así personalmente, de cuando yo era pequeña).

Y... creo que ya está todo. Al final del día hemos cobrado (no voy a decir cuánto) y, dentro de lo que cabe, no ha sido una mala experiencia. Yo, que no tengo paciencia y, por norma general, evito a los niños al máximo (de verdad, en circunstancias normales no soporto su compañía durante más de media hora seguida, me ponen negra), pues me he pasado todo un día jugando con ellos como si nada, porque es que el dinero... ¡compra la vida!

Ja, ja no, qué va, pero como estudiante que soy no me viene mal ganar algún durillo de vez en cuando, y por lo que me han ofrecido he soportado a los críos con bastante alegría. Creo que lo volvería a hacer. ;)

Besazzos,


*Luli*
P.D.:¿Había dicho ya que adoro a Julio? ¡Te idolatro corazón! ¡Muak!

sábado, 3 de mayo de 2008

Ya estoy aquí!



Hola a todo el mundo!!!!!!


Ya tengo de nuevo ordenador y acceso a internet. Ha sido un mes duro, sin poder desahogarme de vez en cuando con vosotros, pero ahora estoy de vuelta y con más enegría que nunca.


Me han pasado cosas interesantes en las últimas semanas (y he tenido arrebatos filosóficos, ya os los iré contando), así que espero poder pasarme en algún momento porque, como todos sabréis, mayo es el mes matador de los estudiantes de Segundo de Bachillerato y yo, que no soy ni más guapa ni más especial que los demás, no me voy a librar tampoco. No os preocupéis que ahora que ya tengo las herramientas para contaros mi vida, sólo necesitaré algo de tiempo.


De momento os adelanto que este domingo voy a trabajar de payasa en una Comunión, a saber si saldré ilesa de la experiencia, porque seran niños pequeños, de uno a tres años. ¡Alá, Buda, Dios... estad conmigo!


Ja, ja, ¿se nota mi alegría? ¿No? Pues voy a chillarlo a los cuatro vientos: ¡¡¡YA TENGO ORDENADOR Y ESTOY MÁS CONTENTA QUE UNAS PASCUAS!!! ¡¡¡YUPIIIIIIIIIIIIIII!!!


Besazzos de chocolate,


*Luli*