miércoles, 28 de mayo de 2008

Echarle huevos



Queridos lulilectores...


Al fin, después de siglos y siglos, acabo de terminar mi último examen: Latín.


Es curioso, porque aunque tendría que estar contenta y feliz, me he pasado diez minutos llorando de la rabia antes de tranquilizarme y contaros mis últimas andanzas. Sí, porque resulta que la simpática de mi profesora ha puesto de examen final uno que hicimos el trimestre pasado, uno que suspendí. Perdón, EL ÚNICO QUE HE SUSPENDIDO ESTE AÑO, con un 4,05.


Pues, hala, ahí lo tenéis otra vez, jaja, que os sea leve. Me ha dado un pelele por varias razones:


1) El breikindance (juas XD). No, en serio.


1) Como he dicho, ese examen es el único que he suspendido en todo este curso (Segundo de Bachillerato, que no es por echarme flores pero tiene mérito). Llevo todo el curso sacando sobre sietes, ochos y nueves (incluso dieces). Sólo un 4. Sólo uno.


2) Encima era un texto peliagudo y, además, lo odiaba porque me había herido en el orgullo (era mi espinita clavada).


3) Se me ha caído un mito, porque la profa de Latín es la típica interina enrollada, guapa, simpática y comprensiva que todos adoran o, lo que viene siendo lo mismo, la profesora que mejor nos ha caído este año (que también la liamos con el Señor Don Profesor de Arte, ya os contaré).


Es decir, que ese examen me ha sentado como una patada en todos los huebbs. Hemos hecho decenas de exámenes este año, incluidos de Latín, y mi pregunta es: ¿Por qué, de todos los textos que hemos traducido -sobre los 100- justamente tenía que repetir ESE en el examen final? ¿No podría haber puesto algún otro, por ejemplo, alguno en el que yo hubiera sacado un 6? ¿Tenía que ser el del 4? ¿Era realmente necesario?


Sinceramente, el examen me ha salido como el culo. Poniéndome en lo mejor -y siendo realista- realmente tengo más probabilidades de aprobar que la última vez, porque en teoría sé más y tengo más práctica que hace tres meses, pero, por mucho que apruebe, un 5 o un 6 no me sirven para nada. La nota media a la que aspiro este año es un ocho (rezo por él a cada momento), y me he dejado los cuernos en todas las asignaturas para conseguirlo (he intentado ir a por más pero no me llega, soy cortita o tonta perdida).


¿Sabéis lo que me costó sacar en el último examen de Latín un 7,5? Yavë, Alá, Dios y Buda estaban ese día haciendo el examen conmigo, porque si no, es que no me lo explico. Y cuando la señorita Sujeto T, la profa mona, me dio la nota... sonaron las campanas hasta en el Tíbet. Mi primer 7,5 en Latín, teniendo en cuenta que no tengo ni pajolera idea y, además, me ha tocado dar primero y segundo de Bachiller en menos de ocho meses, porque el desastre de mujer que teníamos el año pasado no nos inculcó base alguna.


Pues ale, todas las aspiraciones que tenía se me han borrado de un plumazo esta mañana a las ocho y media cuando me he visto el p*** texto delante de mí. Juraría que se ha parado el tiempo y todo, sólo estábamos nosotros dos, solos, él y yo, yo y él. Mirándonos desafiantes, a ver quién podía más. Si hubiera tenido lengua, me la hubiera sacado, fijo. He empezado a hacerlo, pero al final me he dado cuenta de que no tenía ninguna oportunidad de vencer.


Después de todo lo que he estudiado.


Con toda la ilusión que tenía, de mantener mi bonito 7,5.


Después de pasarme más de tres semanas sin dormir (lo juro, tendríais que ver mis ojeras, este mes ha sido durísimo y el día antes de la global de Geografía me vine abajo y pensé hasta en dejarlo y echarlo todo por la borda).


Después de todo lo que he pasado, que tengo desde hace siete días un dolor de cabeza permanente que no se va ni con aspirinas, ni con fruta, ni con el caldo de la abuela.


Después de todo... esto.


Menudo palo.


Ahora toca esperar.


Pero (pero), para variar, voy a buscarle el lado positivo a la vida: he acabado. He acabado y pienso pasarme 3 días echada en el sofá sin hacer nada, para después volver a empezar (el Selectivo son los días 10, 11 y 12). Y pienso dormir, y meterme en internet y salir a que me de el aire. Después ya reemprenderé la dura tarea de estudiar otra vez.


También quisiera contaros la última idea que se me ha estado cruzando por la cabeza. Una idea que, en un principio, fue fugaz, pero a la que le he estado dando vueltas y vueltas y cada vez toma más consistencia en mi cabeza: ir a estudiar a Alemania.


Veréis, resulta "de" que necesito un ocho porque para la carrera a la que quiero entrar (Comunicación Audiovisual en Valencia) tengo que tener un 7,72, que es la nota de corte. Yo, para ir sobradita, prefiero el ocho (por si las moscas, que hay overbooking).


No obstante, al Rei del Mambo (ejem, mi padre) no le gusta esa carrera. No me lo ha dicho directamente, pero aún no le he oído soltar ni una sola manifestación a favor de mi decisión, todo son "peros". Que si no tiene futuro, que si está colapsada, que si no tiene salida, que si a ver después de qué trabajarás, no ganarás un duro... A mí, de tanto decírmelo, ya me ha metido el runrun en la cabeza y ahora tengo dudas. ¿Y si tiene razón y después me arrepiento?


Yo en un principio iba a estudiar Traducción e Interpretación, porque se me dan bien los idiomas y me gustan, pero pronto deseché la idea cuando me di cuenta de que era una carrera que, igual que ahora se llama "Traducción e Interpretación", perfectamente podría llamarse "Gramática, he dicho". Odio la gramática -ejem, Latín- y es que encima se me da fatal. Demasiados complementos, demasiadas subordinadas, demasiadas adecuaciones. No, gracias, pero no.


Desechada (o, bueno, apartada) esta idea, me puse a buscar otra. Y me llegó una sin pensar, de un momento a otro: Comunicación Audiovisual. No es cuestión de una resolución tomada de un día para otro, no, es cuestión de vocación. Desde muy pequeña me ha encantado ese mundillo, cuando era niña me pasaba los veranos haciendo programas de radio -entrevistas a mis amigas o a mi hermana-, dirigiendo pequeños videos, escribiendo guiones para obras de teatro -con acotaciones y todo-, haciendo fotos... Hace dos años presenté un programa de radio en un estudio de verdad, en Alemania (en alemán), y cada vez que toca hacer algún debate o algo me ponen a mí de moderadora, porque se me da bien. Encima soy super teatrera y estoy como una cabra (requisitos fundamentales) y mis amigas no paran de decirme que de mayor me ven en la tele o de peridodista. A mí, personalmente, me hace una ilusión de cuidado.


Por eso me sienta mal que mi padre no me apoye y encima me meta dudas en la cabeza, pero es que con la excusa de "es por tu bien, piénsatelo, de ello depende tu futuro y tu vida" ya no sé si es la mejor opción. ¿Y si es cierto que cuando acabe la carrera no encuentro trabajo? ¿Y si entonces me arrepiento? Jo, pues ahora no sé que pensar.


De todas formas, eso es paralelo a lo de ir a estudiar fuera. Me dio un ramalazo aventurero y dije: voy a empezar desde cero. Me iré a Alemania, viviré con mis parientes de allí y me buscaré la vida: empezaré en una Universidad extraña, con un idioma desconocido (bueno, lo hablo perfectamente pero de gramática no se nada), haré amigos (o no, juju) y puede que hasta me busque algún trabajo. ¿No es genial?


Quiero decir, ¿cuánta gente tiene la oportunidad de hacer eso? ¿Y el valor? ¿Tendré el valor? Siempre estaré a tiempo de estudiar en Valencia, Castellón o Gandía, pero yo no soy una persona convencional. Me considero atípica: así como todas mis amigas ya están pensado en el sitio donde celebrar su convite de boda, en el nombre de sus hijos o en la calle donde van a vivir, yo prefiero irme a ver mundo por ahí. Parte de mis deseos se harían realidad. Pero a cambio tendría que dejarlo todo atrás: mis amigas, mi familia, mi perra, el buen tiempo, las series de Antena 3...


Y aquí me tenéis, en un camino que acaba en ochenta mil bifurcaciones, sin saber por dónde tirar. ¿Qué hago, Traducción e Interpretación -que mi padre considera que tiene futuro y es la mejor opción pera mí- o Comunicación Audiovisual? ¿Y dónde me matriculo este año, en Hamburgo o en Valencia? Titirirííí... será cuestión de echarle huevos.


Siejke... con dieciocho años una no puede saber lo que quiere. Mi vida es caótica, igual hoy digo blanco que mañana digo negro. Ays... me voy a volver loca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te amargues por el latín, no tiene ninguna importancia. En cambio yo sí te apoyo en tu carrera de comunicadora audiovisual, es decir, te animo a que pongas en práctica el título de este artículo. Si haces lo que te gusta tal vez algún día te arrepientas, pero...si no lo haces seguro que te arrepentirás. Te veo incluso de actriz...
Beso la mano de vuestra merced con teatral reverencia.