Queridos lulilectores...
Hoy he ido al dentista. Es una situación que no le deseo a nadie.
Mi problema es que tengo gingivitis porque me aprieto demasiado el cepillo contra los dientes cuando me los cepillo, y siempre estoy sacándome sangre sin querer. Cuando fui la semana pasada a hacerme la limpieza rutinaria, me lo dijeron: me recetaron un enjuague especial y una pasta de dientes específica.
La cuestión: hoy he vuelto para que me mirara las encías y me las limpiara. La tipa era una bruta, y además he descubierto que ir al dentista es francamente humillante. Te ponen bajo un gran foco de luz, que te deslumbra los ojos, en esa horrible silla mecánica que te inclina hasta que tu cabeza casi roza el suelo; mientras observas inquieta los ganchos puntiagudos que los licenciados se pasan sobre tu cabeza, a contraluz. Y luego, inconscientemente, cierras los ojos para no ver lo que pasará a continuación.
Pero, francamente, no hace falta verlo, porque el dolor es inmediato: agudos pinchazos en los nervios de la boca, notando el sabor de la sangre resbalando por tu garganta, con ese aspirador de saliva que hace un sonido atronador y te salpica la cara, mientras el dentista en cuestión te tiene a su merced, te hace daño, ve lo que cenaste el miércoles pasado y tiene tus imperfecciones de la piel en plano detalle, potenciadas estas por la potente luz sobre tu rostro…
He mantenido las uñas clavadas en el asiento mecánico para desahogarme, pero no he hecho ni un solo gesto u señal de dolor. Que se chinche.
Besazzos,
*Luli*
Mi problema es que tengo gingivitis porque me aprieto demasiado el cepillo contra los dientes cuando me los cepillo, y siempre estoy sacándome sangre sin querer. Cuando fui la semana pasada a hacerme la limpieza rutinaria, me lo dijeron: me recetaron un enjuague especial y una pasta de dientes específica.
La cuestión: hoy he vuelto para que me mirara las encías y me las limpiara. La tipa era una bruta, y además he descubierto que ir al dentista es francamente humillante. Te ponen bajo un gran foco de luz, que te deslumbra los ojos, en esa horrible silla mecánica que te inclina hasta que tu cabeza casi roza el suelo; mientras observas inquieta los ganchos puntiagudos que los licenciados se pasan sobre tu cabeza, a contraluz. Y luego, inconscientemente, cierras los ojos para no ver lo que pasará a continuación.
Pero, francamente, no hace falta verlo, porque el dolor es inmediato: agudos pinchazos en los nervios de la boca, notando el sabor de la sangre resbalando por tu garganta, con ese aspirador de saliva que hace un sonido atronador y te salpica la cara, mientras el dentista en cuestión te tiene a su merced, te hace daño, ve lo que cenaste el miércoles pasado y tiene tus imperfecciones de la piel en plano detalle, potenciadas estas por la potente luz sobre tu rostro…
He mantenido las uñas clavadas en el asiento mecánico para desahogarme, pero no he hecho ni un solo gesto u señal de dolor. Que se chinche.
Besazzos,
*Luli*
1 comentario:
Oh cielos :S odio el dentista, odio la sangre y odio los pinchazos... No lo puedo evitar, que mal, yo no habría podido evitar quejarme, soy muy "sensible" para estas cosas xDD
Bueno Luli, espero que estés teniendo unas muy buenas vacaciones y Feliz Navidad! :D
Ya nos leemos!
Besos,,
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