lunes, 26 de enero de 2009

Caras conocidas



Queridos lulilectores...


Hoy, para mi sorpresa, me he encontrado otra vez con el famoso pelirrojo del tren que me traía de cabeza en octubre (el supuesto Edu). No me he sentado en el mismo compartimento que él, pero lo he visto por la ventanilla cuando se apeaba en Cullera. Sigue tan guapo como siempre =)


Me ha alegrado bastante el día, aunque sólo le hubiera visto por un fugaz momento, porque estoy metida de pleno en los exámenes y apenas duermo o como, la verdad es que lo estoy pasando mal.


Acabo el día 4 de febrero, pero el día uno me pasaré a hacer la entrada de rigor. ¡Deseadme suerte! (Y lo mismo para el resto de lectores estudiantes).


¡Con esta ya van tres veces que coincidimos!


Besazzos,


*Luli*

miércoles, 21 de enero de 2009

¿Es un amigo?



Queridos lulilectores...


Me ha vuelto a pasar.


He vuelto a confiar en alguien que, a la larga, ha demostrado no ser merecedeor de tal honor. Y digo "honor" porque mi negra vena pesimista me impide confiar en una persona hasta que no estoy completamente segura de que no me va a hacer un feo. Hay poca gente en quien yo confío plenamente pero, aun así, siempre queda como una ráfaga de resquemor, el temido "¿y si...?"


"Quien no se fía no es de fiar", dicen en mi pueblo, pero verdad es también que "piensa mal y acertarás". Lo siento, pero pertenezco al segundo grupo: más vale prevenir que curar.


Entramos de nuevo en una cuestión subjetiva y personal: la manera de ser de cada uno. Hay gente de naturaleza bondadosa que, en principio, se fia de cualquiera: todos son buenos y el mundo es perfecto, ¡qué felicidad! Luego están los que, como yo, tienen siempre la navaja a punto, preparada para sacarla a la menor ocasión. Ha habido gente que me ha dicho que "eso es tomarse la vida con amargura", no creo que sea para tanto, pero opino que uno tiene que ir con cierto cuidado por la vida, no es plan de abrirse al primero que pasa por delante.


Lo he pensado muchas veces: ¿por qué soy tan desconfiada? Supongo que, en el fondo, es una especie de coraza para evitar que la gente me haga daño (en el sentido más amplio del concepto). Quiero decir... miradlo desde mi punto de vista: conoces a alguien que te cae genial, en poco tiempo hacéis buenas migas y te crees que vuestra amistad durará para siempre. Todo es perfecto, pensáis igual, reís con las mismas cosas, conectáis... hasta que un día te enteras de que te esa misma persona te ha estado criticando por detrás. ¿Cómo te quedas?


Fácil: se te cae el mundo a los pies. La primera reacción es paralizarte, un cubo de agua fría te cae en la cabeza, tratas de negarlo. Luego le das vueltas y más vueltas, piensas "¿qué ha fallado?" y, aunque lo hables con el amigo o amiga en cuestión, nunca vuelve a ser como antes. Te ha dejado una pequeña huella (o grande, depende). Te sientes estúpido, utilizado, humillado. Alguien en quien tú creías te ha apuñalado (por la espalda o a la cara, eso es lo de menos), te han tomado el pelo gratuitamente. Y tú... obrabas de buena fe.


Y es sólo un ejemplo arbitrario, podría mencionar muchos más, sólo se trata de que entendáis mi reflexión.


Este tipo de chascos (quien más, quien menos) nos los hemos llevado todos alguna vez en la vida. Dependiendo de las personas que nos decepcionan, la angustia que te llevas es mayor o menor, pero supongo que no me equivoco cuando afirmo que todos hemos tenido que soportar este tipo de sentimientos.


Es ahí cuando llega el momento en que una dice: "Basta. Hasta aquí hemos llegado". Aguantar lo mismo una y otra vez de cualquiera cansa, así que un día tomé la resolución de mandar por saco las buenas intenciones y no fiarme de nadie más. Y, ¿sabéis? Suena cruel pero funciona. Opino que es mucho mejor llevarte una alegría por parte de alguien que no una decepción. Si desde el primer momento vas predispuesto a que esa persona te la va a "estacar" alguna vez y, al final, resulta que no lo hace, siempre será más grato que confiar en alguien que luego, pues mira, hoy ha tenido un día tonto y ha decidido mostrarse ante ti como es realmente y te llevas una desilusión de la que te costará recuperarte. ¿Me vais siguiendo?


Y... no sé, supongo que lo he automatizado, ya no me nace confiar en alguien hasta que realmente no lo conozco. Eso no quiere decir que no me "fíe", creo que arriba he mezclado un poco los conceptos. Me puedo "fiar" de alguien en mayor o menor medida, pero no "confiar" en tó kiski. Y, oye, tampoco me condiciona la vida, puedo llevarme genial con alguien y pasarlo estupendamente en su compañía y, aun así, nunca le contaré cosas de mi vida o intimidades. Es como... una especie de gradación: puedes tener familiares, amigos, colegas o incluso compañeros de clase o trabajo, pero no les contarás todo a todos, lo más importante sólo va a parar a dos o tres, tus pilares en tus momentos más bajos.


Eso también lo tenemos todos: la persona de confianza, a quién acudir cuando no hay salida. Aunque, de nuevo, todo depende de situaciones y contextos: puedes tener varias personas de confianza, pero tampoco les contarás lo mismo a todas, a cada una la harás partícipe de un aspecto en concreto de tu vida. Es un tema muy amplio que se puede abordar desde muchas perspectivas, pero me estoy andando un poco por las ramas. Vamos al grano.


Como decía antes, el sentido de esta entrada es preguntarme qué ha pasado esta vez para que yo, experta entendida en la materia de la que estamos hablando, haya vuelto a caer tontamente en mi propia trampa. Empezaré desde el principio.


Hay una persona. Esa persona, Sujeto G, es desde el primer día de la universidad "mi amigo". Lo dije ya en su momento, entré y conocí a gente que, aunque no eran santo de mi devoción, a medida que fui compartiendo mi día a día con ellos me di cuenta de que, después de todo, tampoco estabam tan mal. Y, claro, poco a poco, es inevitable empezar a conocer mejor a las personas que ves cada día: te relacionas con ellas, ves cómo hablan, cómo reaccionan... es un acto natural.


Bueno... o eso me pensaba yo. Sujeto G, inquieto él en su afán por ser el más popular de la clase -lo está consiguiendo-, empezó a, como quien no quiere la cosa, sentarse en "el otro lado" del aula. Es que en mi clase hay dos "lados o partes", y si eres de uno... pues no eres de otro. O armario o ventana, pero no vale ir alternando, eso es incoherente. Yo siempre he sido fiel a mi parte armario, las contadas veces que, por alguna razón, me he tenido que desplazar al sector sur... no estaba a gusto, me sentía incómoda. Ni por la gente ni por la ubicación, era... desagradable. Lo siento, pero es que no puedo argumentarlo mejor, es una especie de convención de la clase, una regla no escrita que todo el mundo conoce.


A lo que iba, que Sujeto G empezó a frecuentar a la gente de la parte de la ventana (el llamado "grueso" de la sociedad de mi carrera) y a hacerse amiguísimo de la peña popular, en concreto, de Lucccccccccccíiiiiiiiiiiia. No le pongo "Sujeto" porque sólo se la puede llamar Lucccíiiia, que es como la llama todo el mundo (bueno... su legión de fans ¬¬). Tendría que ponerle Luzía, así, con zeta. Bueno, pues ala, ya tenemos mote: Luzía.


¿Quién es Luzía?, os estaréis preguntando. Hablando claro, esa chica me ha caído mal desde el primer momento. Hace algún tiempo escribí una entrada titulada "Sobre amores imposibles II: ella". Creo que ahí hago la única mención a la cuestión de que no SOPORTO a la gente que lleva la misma ropa que yo, es una cosa que me supera. Me pongo nerviosa y la persona que haya coincidido conmigo pierde puntos ipso facto. Pues bien... Luzía se atrevió a venir un día a clase con el mismo jersey... ¡¡que había escogido yo!! Nos quedamos las dos así O_O, mirándonos mutuamente (yo tenía un cabreo...). Fíjate tú que es uno de mis jerséys favoritos y, desde entonces, no me lo he vuelto a poner (me ha costado perdonárselo, mi jersey... ¡cómo ha podido! Lo castigué al fondo del armario).


Pues eso sólo fue el comienzo. Ahí ya le cogí asquito, luego pasaron cosas... (que ahora no contaré, es una laaaarga historia) pero ella y yo en realidad nunca nos hemos enfrentado abiertamente. Cuando hablamos es todo contención: aparentamos normalidad, a veces nos hacemos cumplidos (una vez traspasó el límite, me dijo "¡Qué guapa vienes hoy!", me sonó a insulto aunque lo peor es que lo dijo sin intención alguna), siempre somos amables la una con la otra y a veces intercambiamos miradas de complicidad... cargadas de advertencias, porque NO LA PUEDO TRAGAR. Y, seguramente, será mutuo, este tipo de sensaciones siempre son recíprocas (recuerda: "piensa mal y acertarás"). Una vez casi me muero cuando le tuve que pedir un chicle, pero era una urgencia, tuve un ataque de tos.


En fin... presentada Luzía, comprenderéis que no me hizo mucha gracia que Sujeto G se hiciera su amigo. Al principio menos, pero a alturas de ahora... la venera. Luzía es Dios. Una cosa exagerada: Luzía por aquí, Luzía por allá, Luzía blablablá, Luzía por activa, Luzía por pasiva, Luzía en la sopa. Esto en mi pueblo tiene un nombre sencillo: botifarra.


La botifarra es cuando dos personas se hacen de un día para otro suuuuuuuuuuuuuuper amiguísimas de la muerte (uña y carne) y se pasan las 24 horas del día pegadas, o hablando una de la otra o pensando la una en la otra. Lo más curioso de las botifarras es que se rompen igual de repentinamente que empiezan: una botifarra puede durar un mes o un año pero, cuando uno se harta del otro, esas dos personas se separan y, aunque pueden seguir siendo amigos, nunca más volverán a tener la misma relación frenética de antes. Y está comprobado, todo el mundo ha tenido botifarra con alguien (a los que más botifarras han tenido se les llama botifarreros, tan simple).


Pues eso, que Sujeto G le cogió una botifarra de cuidao a Luzía, se pasaba la vida deseando que ella le dijera algo, o quedar con ella. Una vez se lo pregunté y me contestó sin dudar que su mejor amiga de la uni era, por supuesto, Luzía. "Y luego tú, claro".


Esa respuesta activó mi alarma. No es el hecho de que Sujeto G haya decidido tener una nueva amiguísima de la muerte, que por mí puede tener las que quiera (esto es, no son celos de Luzía -Dios me libre-, aunque no negaré que hubiera preferido a cualquier otra antes que ella). Lo que de verdad me da mucha lástima es que, desde que va con Luzía, me ha olvidado por completo. Lo explicaré un poco (que si habéis leído hasta aquí sin cansaros supongo que estáis de lleno en la historieta ^^).


Sujeto G y yo teníamos una bonita amistad (creía yo). Tras meses juntos llegué a apreciarlo de verdad. En clase íbamos los seis de siempre, y como yo soy bastante extrovertida en seguida me encariñé con ellos: sobre todo con Sujeto B y con Sujeto G. Le llamaba por teléfono, nos contábamos la vida, por el msn hablábamos mucho también... él fue el único que se enteró de mi "aventura amorosa de una noche loca" con el Listo, se emocionó mucho, me daba consejos... Vamos, que llegué a confiar en él porque consideré que había el suficiente grado de cercanía como para hacerlo (¡y cómo me costó contarle lo del Listo, me lo tuvo que arrancar!). Era el comienzo de una amistad. Exacto, eso es, no era una amistad todavía, pero se estaba empezando a forjar.


Y todo iba bien... hasta que al señor le pasó por la entrepierna que ser popular era más divertido. Desde entonces no ha vuelto a ser el mismo: ha llegado a mostrar su faceta más fría y a desentenderse por completo del resto del grupo (excepto una que se unió a él en búsqueda del karma Luzía), hasta tal punto que, cuando Luzía tardaba en llegar a clase, se sentaba a mi lado de buen rollo (de buen rollo porque yo le solté previamente un afilado "Oh, hoy te unes a la plebe") pero... cuando Luzía hacía aparición por la puerta él cogía las cosas y se iba trotando cual potrillo tras esa zorra con cara de asco (por su expresión parece que lleve boñigas en sus zapatos).


Aun así, yo no me rendí. Seguía llamándole, en clase me acercaba a él "al otro lado" para charlar... me seguía comportando exactamente igual que antes, no varié mi actitud con él para nada (ni con él ni con nadie, vamos, he sido igual con todos). Esto se llama SEGUNDA OPORTUNIDAD. Mis pensamientos eran: "bueno, el chico está entusiasmado con su nuevo juguete, es normal que nos preste menos atención, le pasará".


Sin embargo, no le pasa. Es más, cada vez está más y más ensañado. Está sentado y hay un sitio libre a su lado. Me dirijo hacia él, pero detrás de mí entra Luzía y le oigo gritar: "¡Luzía, Luzía, ven aquí a mi lado!", a pesar de que SABÍA que yo me iba a sentar. Sonrío, callo, y doy la vuelta al banco, me siento en otro sitio. Se gira y dice:


-Lo siento, cari, ¿te ibas a sentar? Es que le estaba guardando el sitio para cuando llegara...


-No te preocupes.


Y son muchos detalles de este tipo lo que me hacen preguntarme: esta persona ¿es mi amigo o no es mi amigo? Porque a mí Luzía me da igual, quiero decir, no se trata de Luzía, por mí como si fuera Pepa o Romualda, se trata de que él ha cambiado exageradamente su comportamiento y ya no es como yo le conocí. Se ha vuelto más egoísta, distante, superficial. Charlar con él ya no me relaja o me distrae, no me hace reír, está como ausente, sólo pendiente de su nueva amiga (que, por otra parte, no le hace ni la mitad de caso que él a ella, todo sea dicho). El detonante fue, como ya he dicho, aquella conversación telefónica. Estábamos hablando de la amistad, precisamente, y fue entonces cuando surgió el tema "la clase". Yo le comenté que había logrado crear mi pequeña familia en la inmensidad de la gente matriculada, que estaba contenta de poder contar con 3 o 4 almas, pero lo dije así, sin ninguna intención de ningún tipo, y va y me suelta:


-Ah, pues mi mejor amiga con DIFERENCIA es Luzía. Hablo mucho con ella.


-Ahm... -me quedé cortada. ¿Y eso a qué viene?


-Pero después tú, ¿eh? No te preocupes -si era un halago, no resultó. Me sonó a excusa barata para quedar bien conmigo, supongo que como mi respuesta no había sido muy elocuente creyó que me había enfadado, pero sólo me había dejado sorprendida, nada más.


Eso fue lo que me hizo preguntarme: ¿Y éste? ¿De qué va? Primero se porta genial conmigo, luego me "desprecia" (sin sacar de contexto) y, finalmente, me suelta que soy su "segunda mejor amiga", como para consolarme, a pesar de que no me hace ni puto caso. Eso, lulilectores, ha sido lo que me ha decepcionado de él: que ha cambiado una amistad por otra en vez de mantener el equilibrio entre ambas. Sinceramente, creo que sí que puede hacerse: puedes tener un mejor amigo (aunque sea Luzía) pero, al mismo tiempo, seguir alimentando otros vínculos que ya habías creado previamente (por ejemplo, una persona que tiene pareja: puede querer muchísimo a su novio/a, pero aun así sigue teniendo amigos, no sé si me explico, el ejemplo no es muy gráfico).


Además es que el tío le metió tal falsedad y un morro de concurso a la frase esa que me dije: "Luli, te mueves en aguas turbias, busca la orilla, anda". Y claro, en este caso, el juguete roto, por decirlo así, soy yo: no es que me haya dolido en el alma que me "desplace" para juntarse con otros, porque al fin y al cabo, no hay que olvidar que son los amigos de la facultad, aún no tienen el mismo nivel que los amigos de toda la vida, y se supera rápido, pero sí que ha sido como una pequeña patadita: si él era la última persona de quien me lo esperaba, ¿qué esperar de los demás? ¿Alguien me lo puede decir?


Por eso decía hace horas que... me ha vuelto ha pasar. He vuelto a esperar cosas de una persona que luego me ha decepcionado, han borrado una sonrisa de mi cara para poner en su lugar un ceño fruncido. Si a pesar de todas las precauciones que me tomo me pasa esto... ¿qué debo hacer? ¿Que hay que hacer? ¿Tenemos que ser ignorantes y fiarnos ciegamente de cualquiera o volvernos aún más precavidos? ¿Dónde establecer una barrera, un límite para que este tipo de cosas (que ahora es una chorrada, pero alguna vez podría pasar más fuerte) no nos afecten, o nos afecten menos?


Grandes preguntas sin resupesta.


Gracias por la paciencia, no creí que esta entrada me saliera tan larga.


Besazzos,



*Luli*


domingo, 11 de enero de 2009

Y que cumplas muchos más



Queridos lulilectores...


Quisiera recordar que hoy es el día oficial del cumpleaños del blog. El segundo, en concreto.


Han sido dos años geniales como administradora, por lo que no quiero dejar pasar la oportunidad de agradeceros vuestro entusiasmo, vuestros comentarios y, naturalmente, el hecho de que me leáis, os aseguro que es muy gratificante, tanto si me lo hacéis saber como si no.


Me gusta pensar que hay ahí fuera alguien dispuesto a prestarme atención sin conocerme, alguien que se toma las molestias de leer mis paranoias, alguien que, bastantes veces, piensa igual que yo. Ese alguien sois vosotros.


Si ojearais las primeras entradas que escribí, con 16 años, observaréis que, en principio, creé un blog sólo para expresarme libremente cuando me sucedieran situaciones inesperadas, o plasmar pensamientos que a nadie de mi C.C. (Círculo Cercano) le interesaban. Insistí -y sigo insistiendo- en mantener el anonimato porque, quién sabe, igual un día me daba por criticar a una amiga (la entrada de "A parir" lo confirma) y, por casuales de la vida, esta se topa con mi blog alguna vez y lo lee. Esa idea no me resultaba en absoluto atractiva, porque me restaba libertad a la hora de escribir en mi espacio.


De ahí surgió la idea de usar el mismo pseudónimo (Sujeto X) para todas las personas que cmenciono, diferenciando unos de otros sólo por su inicial. Y yo, una chica sencilla, me haría llamar Luli Manuli, Luli para los amigos ;)


Pasó lo que no tenía que pasar: mis padres encontraron por accidente la dirección de mi antiguo espacio: "Hazañas y Peripecias de una adolescente" y censuraron todas y cada una de las entradas que yo ya había publicado. Entonces, aunque sin cambiar de identidad -porque Luli ya se había forjado y no estaba dispuesta a darme por vencida-, me mudé de dirección hasta aquí y trasladé las antiguas entradas a "Trotes y Botes de una chica singular", que desde entonces no me ha dado ningún problema.


Al antiguo blog le cambié la dirección para despistar y, aunque traté de darle utilidad, al final lo abandoné porque mantener dos blogs es muy difícil, bastante tengo ya con este. No lo he borrado por pena, al fin y al cabo es el primero que hice y me da lástima desprenderme de él, anda por ahí, vagando sin rumbo en mitad de la red. Quizá algún día lo suprima, quizá me inspire y lo vuelva a retomar, el tiempo dirá.


Pero bueno, mi trayectoria no tiene mayor importancia. Lo que de verdad vengo a decir es que, para mí, ha sido toda una experiencia observar que, al principio unos pocos, luego unos cuantos más, ha habido gente que se ha entretenido con mis tonterías o mis divagaciones igual que yo cuando leo otros blogs y disfruto con ellos. Eso es lo que realmente ha cambiado.


Ahora, cuando escribo, ya no escribo sólo para mí, sino que trato de dirigirme a vosotros para haceros partícipes de mi manera de ver el mundo, de comprender las cosas, compartir con alguien mis vivencias. Y me gusta hacerlo de manera amena, divertida y natural, aunque eso no impide que el día en que esté de mal humor me muestre un poco más melancólica, es inevitable. Pero, repito, lo que ha adquirido mayor relevancia ahora es que pretendo entreteneros, quiero que lo paséis bien y por ello trato de expresarme con mayor claridad, prestando más atención a mi estilo, a las faltas ortográficas y gramaticales, evitar un lenguaje demasiado brusco: me habéis ayudado a mejorar como escritora.


Así que, por ello, os doy las gracias y os dedico esta entrada porque sois como mi pequeña familia (¡sois mis lulilectores!), y también decir que trataré de seguir siéndome fiel a mí misma para no empezar a aburriros, o para que no os sintáis obligados a leerme y comentar por quedar bien, cosas de esas que se dan en internet y que todos hemos hecho... ¬¬


Por lo tanto:


-Teresa


-Isabel (¡su Majestad!)


-abre los ojos


-Helena

(y más recientemente)


-Luminous Vamp
-Cacahuete Azul
-marta


-En especial, al veterano Joseph Seewool


-A todos los demás que alguna vez se han pasado por aquí para saludar o aportar su granito de arena.
-A todos los futuros lectores que estén por venir.


¡¡¡MUCHAS GRACIAS POR LEERME!!!



Con vosotros me he reído, me habéis hecho reflexionar con vuestras palabras, me habéis animado, me habéis felicitado, me habéis consolado, habéis sido mis cómplices, me habéis guardado secretos... gracias =)


Por último, antes de marcharme, añadir que estoy trabajando en el diseño del blog, quiero cambiarlo ya porque tengo la plantilla esta aburrida, aunque quizá tarde un poco por el rollo de los exámenes y eso... veremos lo que me sale cuando acabe.


¡Y nada más por hoy!


BESAZZOS!!!


*Luli*

jueves, 8 de enero de 2009

Tierra, trágame



Queridos lulilectores...


Hoy he tenido un día tonto. Y, de lo tonto que es, me ha pasado una cosa horrible que quisiera poder olvidar cuanto antes, aunque aún estoy roja como un tomate sólo de pensarlo.


Me ha sucedido en la facultad, a última hora. Yo ya estaba rebotada de antes, porque la primera clase ha sido increíblemente entretenida: mi amiga Sujeto B y yo estábamos copiando a toda pastilla lo que decía el profesor (que tiene que comprimir lo que queda del temario en dos días) pero aun así no podíamos evitar perdernos de vez en cuando. A veces se perdía ella, a veces yo, pero como las dos escribimos deprisa nos íbamos complementando.


Total, que de repente se le ocurre decirme: "A ver quién escribe más rápido de las dos y acaba antes la frase". Cómo no, Luli acepta el desafío. Y, para más inri, nos ha dado por escribir imitando a otra compañera, que no deja márgenes en las hojas a la hora de redactar. Y llega un momento en que estamos las dos picándonos escribiendo, sin levantar la mirada del papel, apenas atendiendo a lo que el catedrático decía, sólo pendientes de ganar la carrera.


Yo, después de unos párrafos, me paro a pensar en la soberana estupidez de nuestras mentes, porque la verdad es que parecíamos dos niñas pequeñas en parvulario. Y sólo viendo a mi amiga matarse a escribir rápido... no lo he podido evitar, me ha dado LA FAMOSA RISA TONTA, ésa que cuando te apresa no te suelta hasta que quedas exprimido y agotado. Un poderoso enemigo, en mi opinión, porque muchas veces llega cuando no toca, y cuan más callado tienes que estar, más fuerte te acomete.


Total, que el arranque de esa risa ha sido un sonido que (tras un gran esfuerzo por mi parte) no he podido seguir conteniendo y que ha sonado como una especie de hipido que, por supuesto, se ha escuchado en toda la clase.


Mi amiga Sujeto B, al oirme, se ha contagiado también, y ahí estábamos las dos riéndonos lo más silenciosamente posible, pero cuanto más me reía, más me costaba parar. He tenido que morderme la lengua, contener la respiración, tratar de callarme... nada, la gente me miraba de reojo. Y los de mi fila preguntándome "¿pero qué te pasa?", y yo no podía contestar porque las lágrimas me rodaban por el rostro.


Luego he recuperado el autocontrol y me he tranquilizado. Precisamente, para evitar seguir con la tontería, en la siguiente clase (la hora del desastre) he decidido subirme a la última fila con Sujeto P, otra amiga que es muy callada y cerrada, porque creía que con ella estaría atenta a la explicación y evitaría distracciones.


Realmente, he estado escuchando los primeros cuarenta y cinco minutos sin ningún problema, pero después nos hemos empezado a aburrir y hemos empezado a charlar un rato con las de delante. Después un rato más, después dos minutos de silencio, después otra vez algún comentario... En mi defensa, declaro que la profesora (una becaria) ya había mandado callar a otros durante toda la hora, pero justo en un momento en que yo le estaba diciendo a Sujeto P que no sabía si ser hippie o punky de mayor, (el momento álgido de la conversacion, ni falta hace que lo mencione) de pronto oigo:


-La de la última fila, que no tenga reparos en compartirlo con todos.


Diossss. Creo que en ese momento sólo oía la sangre bombeándome las orejas. TODA LA CLASE se ha vuelto hacia mí (yo era en un blanco fácil porque además llevaba un suéter rojo) y se me ha quedado mirando.


Grandes momentos de tensión que se me han hecho eternos.


Primero he murmurado un débil "No", y luego otro inaudible "Perdón", pero a la guarra de la profesora le ha dado por insistir.


-Sí, mujer, así nos reímos todos. ¿Tiene algo que ver con la asignatura?


-No -(creo que me he puesto más roja que mi jersey).


-¡Algún cotilleo! ¡Qué emoción, cuenta, cuenta!


Bum bum. Bum bum. Bum bum. Más de setenta pares de ojos clavados hostilmente sobre mi persona, expectantes. Sólo he podido pensar en una única cosa:


TIERRA, TRÁGAMEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE.

Y PRONTO, POR FAVOR.


En fin. Haciendo un acopio de fuerzas he logrado sonreír culpablemente y soltar:


-No... no puedo. Yo te lo contaría pero es que no es mío. Cuestión de principios, ya sabes (porque antes ella había estado hablando de principios).


La alusión a sus palabras la ha tranquilizado y en seguida ha retomado la explicación tras una miradita irónica, en algún lugar aislado se han oído risas, pero yo me sentía tan violenta que no he alcanzado a distinguir la intención. ¿Eran risas por mi manera de escaquearme? ¿Burlas? ¿Simplemente lo han considerado como una tontería? Nunca lo sabré, así que me adhiero al dicho popular de Tavernes: piensa mal y acertarás. ¬¬


Menos mal que no he tenido que soportar la tortura mucho más, porque diez minutos después se ha acabado la clase, pero... no podéis imaginar lo mal que lo he pasado, ha sido mucho peor que cuando me sonó el teléfono, pero de lejos. Saliendo, algunos han hecho la gracia y me he reído con ellos, pero me he pasado el viaje de regreso en tren con la cabeza escondida en la chaqueta, como hacía mi querida Mili cuando algo la asustaba.


Espero que nunca os veáis en una situación tan comprometida, lo digo de corazón.


Besazzos,


*Luli*

jueves, 1 de enero de 2009

PROPÓSITOS PARA EL AÑO NUEVO



Queridos lulilectores...


Me gustaría haceros una crónica detallada de mis vacaciones, pero sería algo absolutamente innecesario porque han sido unos días típicamente típicos, como los que habríes vivido vosotros, estoy segura. Se reducen a familia y amigos (bueno, y a regalos). No obstante, aunque creo que esta será una entrada un tanto insustancial, me apetecía estrenar el año.


¿Qué contar?


Muy por encima, mi Nochvieja no ha estado mal, me fui de discoteca a Gandía con algunas de mi peña, el deía de Nochebuena también salí, el sábado me fui a Valencia con mi amiga Sujeto V (que hacía siglos que no veía), aún no he empezado a estudiar... Mi vida sigue igual que ayer.


Es extraño, se supone que "año nuevo, vida nueva", o al menos eso dicen. La verdad es que la frase tiene su filosofía, es una manera de cortar con los problemas que tenemos hoy y una manera de -siguiendo en la misma línea del tema de las listas que comentaba el otro día- hacer borrón y cuenta nueva. Organizar tu vida... virtualmente, porque una cosa es proponerte algo y, otra muy distinta, cumplir lo que te has propuesto.


La gente tiene problemas. Eso es un hecho. Entonces, una manera de ahorrarte el pensar en ellos o de posponerlos es... el Año Nuevo. Cualquier excusa sirve. Me veo gordo, ale, pos a Año Nuevo empiezo la dieta. Soy un manirroto, bueno, en Año Nuevo empezaré a ahorrar. El tabaco, idem de lo mismo, los estudios, cuestiones de amores, reformas en casa... el Año Nuevo es un punto de partida. Muchos se lo toman con ilusión, intentan de verdad cumplir lo que han escrito en sus listas, pero... ¿cuánto dura ese estado de éxtasis?


Mis palabras reflejan cierta amargura, lo noto incluso yo misma, al releer lo que acabo de teclear. Imagino que estoy intentando ser más objetiva, no me dejo llevar por la euforia general. ¿Recordáis la entrada donde hablaba del día de San Valentín? Creo que Año Nuevo es una cosa similar. Realmente, no hay ninguna necesidad de aplazar nuestros problemas al día uno de enero. Si tu problema es que te ves gordo y quieres empezar a hacer deporte, no tiene ningún sentido que empieces el día uno de enero si lo pensaste el día uno de diciembre, pon por caso. El día dos de diciembre te levantas a las siete de la mañana, te calzas unas deportivas y corres media horita para empezar el día con alegría. ¿O no?


Y ya no me refiero a cuestiones espirituales, quiero decir, supongo que en otras culturas (los chinos, los árabes o cualquier otra que sea algo más empírica que la nuestra) pues le confieren mucho valor a ese tipo de rituales, porque entiendo que, en cierto modo, uno agradece haber pasado otro año más sin incidentes graves, porque sigues vivo -es un tema casi biológico, nuestro sentido de la racionalidad se mezcla con el instinto de supervivencia natural-. Pero repito que no quiero entrar ahí.


Se trata más bien la costumbre que tenemos de darle la vuelta a las cosas, esa alegría con la que nos inventamos fiestas o celebraciones para justificar hechos -no me arriesgaré a decir banales- pero sí bastante cotidianos y, sobre todo, de cómo nos aprovechamos de eso de manera casi inconsciente para hacer gala una vez más de nuestra estupidez humana. Y, ojo, no es una queja ni mucho menos, porque yo soy la primera que se gastó 35 euros en una permanente que me hice hace 2 días para "empezar el año con buen pie". De hecho, con este mismo ejemplo, vuelvo a lo mismo.


Luli se va a la peluquería convencidísima de que una permanente en el pelo le cambiará la vida. Fíjate tú, que volviendo a casa con los rulos ya puestos me sentía incluso mejor persona, le di calderilla a un mendigo con el que me crucé, me negaba a borrar la sonrisa de mi cara, mis pensamientos eran optimistas. "Venga Luli, ahora que te has hecho la permanente, en enero, cuando empiece el año, ya no tendrás excusa para estar de morros. La permanente hará alguien de ti, dejarás de ser un personaje gris y pasarás a ser LULI MANULI, así, con mayúsculas, te renovarás. ¡Te gustará hasta la verdura, Luli, piénsalo!". O, bueno, al menos lo intentaré...


Claro. ¿Sabéis? Uno de mis propósitos era levantarme a partir del día uno cada mañana con una sonrisa pintada en la cara y lavarme la cara con agua bien fría -no tibia- para que A) Me elimine las células muertas de la piel y B) Me despeje y así poder entrar con fuerza en un nuevo día. Pues... hoy, día uno, me he levantado a las dos del mediodía con cara de muerta, renegando cuando mis pies se han salido de la alfombra y han entrado en contacto con el mármol, y con dolor de garganta. Me he mirado al espejo y sólo he podido lavarme los dientes, comer y volverme a acostar. Ni siquiera he hecho esfuerzos en quitarme el diabólico eyeliner de la cara, me lo he emborronado un poco con desmaquillador y ni siquiera lo he aclarado. ¬¬


En situaciones así mandas al cuerno los buenos propósitos, porque es cuando realmente te das cuenta de que, a menos que tengas una graaaaaan fuerza de voluntad, no vas a cumplir ninguno de ellos. Yo me conozco. Me he dicho: "Bueno, Luli, hoy no contaba, que estabas de resaca, empiezas mañana, ¿eh?". Pero mañana encontraré otra excusa, y pasado también, y al otro, y al otro, y al otro... hasta que llegue otra vez el día 31 de diciembre y esté exactamente en el mismo sitio que cuando empezó enero. He revisado mis propósitos del año pasado y sólo he cumplido uno o dos, entre ellos, aprobar la Selectividad. Hacer deporte, cuidarme más, ayudar en casa, no pelearme con mi hermana... todo eso lo olvidé a las pocas semanas.


¿Qué sentido tiene entonces volver a "copiarlos y pegarlos" en la lista de este año si voy a seguir igual? El truco está en ser constante con uno mismo, no decir "ya lo haré, ya lo haré", que es lo que nos pasa siempre. Porque supongo que más de uno se sentirá identificado conmigo (aunque no del todo en lo que a la permanente respecta, claro). Y bueno, aunque yo conozca el secreto, no significa que sepa hacer buen uso de él, a la vista está.


Para este año me he propuesto, pues, una cosa diferente. En vez de hacerme una superlista de propósitos para ir tachando con un boli a medida que los cumpla, voy a pensar sólo en uno por mes, pero la condición para pasar al siguiente será que debo haber cumplido los anteriores. Parece un poco difícil de explicar, pero la cosa va así: sólo UN propósito para enero. Cuando llegue el día 31 de este mes, tengo que haberlo conseguido. Sólo tengo un mes para lograrlo. Pero cuando llegue a febrero, con el segundo propósito, el primero deberá seguir vigente. Ejemplo:


-Para enero me propongo correr media horita dos veces por semana.


(Se supone que pasa enero, lo llevo a cabo, y llega febrero, con el segundo propósito).


-Para febrero me propongo no pinchar a mi hermana.


(Durante el mes de febrero, trataré de no pinchar a mi hermana, y seguiré corriendo media horita dos veces por semana).



Por lo tanto, el objetivo es acabar el 2009 con 12 propósitos bien cumplidos. Y digo bien cumplidos, porque es más fácil hacer bien una sola cosa que cuatro o cinco a la vez (o quince, o veinte, o las que sean). Entonces, si sólo me concentro en un solo propósito por mes, supongo -espero- que me será más fácil realizarlo que no si me propongo X en el mismo tiempo, ¿lo entendéis? Así, intentaré de que se trate sobre todo de cuestiones morales o humanas (no en plan "estudiar 3 asignaturas en una semana"), sino propósitos cívicos, amplios, destinados a convertirme en mejor persona y ayudarme a estar bien conmigo misma para acercarme un poco más a la felicidad. Para ello haré 2 secciones: cuerpo y mente. Y cuando llegue a diciembre, ese mismo mes tendré que seguir cumpliendo con los anteriores 11 propósitos más el duodécimo, que será el último. Más que propósitos, se trata de un auténtico desafío que me hago a mí misma, y que confío en poder ganar.


Lo único que aún no tengo muy claro es qué haré si no logro cumplir con algún objetivo. Aún tengo que pensar un poco en eso, tendrá que ser una especie de castigo (pero no muy descabellado, porque si no cumplo con el propósito del mes, es inútil pensar en que cumpliré con el castigo por no haberlo hecho). No obstante, me abro a sugerencias :D


Y ahora ya sólo me queda formular mi propósito para enero, que colgaré en el blog a continuación y que me escribiré en grande para colgarlo en mi habitación y verlo cada día para que no se me olvide (la motivación nunca está de más).


Mi propósito de enero es:


*CUERPO*



REALIZAR CADA MAÑANA LOS RITUALES DE LIMPIEZA DE CARA: LAVADO CON GEL, TÓNICO Y CREMA HIDRATANTE. NO OLVIDAR EL EXFOLIANTE UNA VEZ POR SEMANA.




*MENTE*



NO RENEGAR/PROTESTAR CUANDO MIS PADRES ME MANDEN TRABAJO EN CASA, ESTO ES, NO DECIR "LE TOCA A MI HERMANA" SINO CALLARME Y OBEDECER, PERO NO MURIÉNDOME DE RABIA POR DENTRO, SINO HACIÉNDOLO SIN QUE ME MOLESTE EN ABSOLUTO, QUE ME SALGA DESDE DENTRO EL HECHO DE AYUDAR SIN COMPROMISO.




Ya está, espero conseguirlo. Se requiere de mucho autocontrol, sé que al principio me costará, pero el reto está en tratar de cambiar esos aspectos negativos de mi personalidad (tanto moral como física, porque lo de la cara me da una pereza... la recompensa es que luego no te salen poros, porque tengo la cara que parezco una luna llena de cráteres ¬¬).


Y, como plus, un compromiso con el blog: escribir una entrada con el nuevo propósito el día uno de cada mes. Aquí puedo permitir alguna excepción, porque igual algún día se me va el internet o Entusiasta me falla, pero quitando esos dos puntos (considerados vitales para poder comunicarme con mis lectores por aquí), deberé ser rigurosa también.


No os mareo más, lulilectores. FELIZ AÑO NUEVO y... ya sabéis, avanti con los buenos propósitos ;P



Besazzos,



*Luli*