martes, 29 de enero de 2008

Un mal día


Hoy he tenido un mal día.

No sé por qué, pero me da la sensación de que cuando tienes un mal día, pues lo tienes desde el principio hasta final. De la alfa a la omega, de la A a la Z. No vale tener medio día pésimo, no, el Señor D (Destino, recordad) decide que tiene que ser entero. Se ve que él también se levanta con el pie izquierdo y decide pagarla con alguien (y, ya que estamos, pues... hm... ¿por qué no yo? Si, total, a alguien le iba a tocar).

En fin, hoy he sido yo la elegida y me he tenido que aguantar. Sin embargo, ahora, haciendo balance a altas horas de la tarde, pues creo que he empezado bien. Me he levantado a las siete porque tenía que repasar para un examen del Románico que tenía hoy (normalmente me levanto a las siete y veinte) y he ido al instituto, todo normal. Icluso he salido feliz como un regaliz del examen, me ha dejado buen sabor de boca.

Las desgracias han empezado a la hora del almuerzo, porque mi madre me había puesto un bocadillo de mortadela (detesto la mortadela) y un pelo. ¿Un pelo?, os estaréis preguntando muchos. Sí, habéis leído bien: me había puesto un bocadillo con mortadela y un pelo. No sé si habrá sido a propósito o que (hombre, imagino que no), pero la cuetión es que, cuando he abierto el pan para sacar la mortadela, pues me he topado cara a cara con el pelo. Nos hemos mirado fijamente durante unos instantes (bueno, lo miraba yo a él, los pelos no ven) y al cabo de un rato he decidido tirarlo. Total: que me he comido el pan solo.

Cuando he llegado a casa, las desgracias han seguido. Mi hermana la V y yo hemos empezado con la típica pelea de quién quita la mesa y, a lo tonto y como quien no quiere la cosa, hemos acabado estirándonos de los pelos. Bueno, preciso, yo he acabado con el brazo derecho completamente magullado (me ha arreado ocho o nueve zarpazos, la tía) y ella está limpia como un bebé. Ni siquiera he podido devolver los golpes porque:

1) Mi padre estaba "durmiendo la siesta" (u intentándolo).

2) Cada vez que le pego me la cargo, aunque a ella no suelen reñirla tanto porque, como yo soy mayor, se supone que debo tener "más conocimiento".

Entonces hemos empezado a romper cosas y yo le he pisoteado los botines con rabia (pero NO he saltado sobre ellos, como afirma mi P-A [progenitora]). A pesar de eso: a mí ma han regañado más por haberle pisado los botines que a ella por haberme hecho sangre en el brazo. De todas formas, si hubiera sido al revés (que yo le hubiera hecho sangre a ella en el brazo y que ella me hubiera pisoteado los botines) pues también me habría llevado yo la principal bronca. Claro, como son sus botines preferidos...

En cambio, del muñequito verde que hice yo con todo el cariño y que le di a mi hermana porque ya no lo quería, nadie se acuerda. V lo estaba rompiendo delante de mis morros diciéndome que era horroroso, a lo que yo le digo:

-¡Antes de romperlo, devuélvemelo!

¡Pues no! Coge y lo rasga por la mitad. Ahí es donde yo, sumando mi cabreo a las múltiples heridas de mi brazo, me ato los cordones de los zapatos encima de sus amados botines de Zara. Y luego, cuando vuelvo del instituto (que mis amigas ni se me han acercado de la mala ostia -con perdón- que llevaba), mi madre me pega la charla y me regaña porque está la marca de polvo que he dejado con los zapatos en los botines de las narices.

-¡Y que sepas que esto no va a quedar así!

Más gritos, más voces y al final me suelta que no vuelva a cruzarme en su camino durante el transcurso de lo que queda de día. Pues vale. Cojo la correa de Rita-perrita y la llevo a pasear donde voy siempre: la calle de detrás de mi casa, que la hicieron nueva hace dos años y que es la última calle del pueblo, conectada directamente con los huertos. Por ahí nunca pasa ni Dios, sólo de vez en cuando van por ahí los macarras a fumarse algunos porros d'estrangis, y algún que otro coche. De hecho, creo que ese camino sólo sirve para que la gente pasee a sus perros y haga footing, porque últimamente veo a bastantes personas volcadas en la tarea. Por eso muchas veces llevo a Ruch suelta, como hoy.

Pues nada, me cruzo con una señora (a cuya hija conozco, para más inri) que lleva un perrito chiquitín, conocido de la mía. La mía está en actitud juguetona, le da un golpecito cariñoso al otro, y entonces la tipa va y me suelta:

-¡No veo por qué tienes que llevar a esa bestia suelta por ahí! Debería estar atada.

Buf. Por poco no le digo: "Señora, se equivoca, la bestia soy yo en estos momentos." ¡Pero si mi cosa es un trocito de pan, más boba que boba! Es la perra más inocente del universo, más cariñosa, más simpática y más guapa de todos los canes. Un auténtico sol, y no es porque lo diga yo, es que todos los que la tienen la suerte de conocerla están de acuerdo. Lo que pasa es que es un poquito grande, pero no mucho, en serio. Es un bóxer medianito.

-Porque no hace nada.

-No hace nada, no hace nada... Yo eso no lo puedo saber -pocas veces me han mirado tan despectivamente como esta tarde.

Yo, como no estaba caliente ni nada de la bronca con mi madre, pues voy y le suelto:

-Ya, pero es que yo sí que lo sé: mi perra no hace nada. Si fuera una asesina la llevaría atada y con bozal, pero resulta que no lo es.

-¡Con lo grande que es! Pueden pasar niños por aquí -y dale.

NUNCA he visto ni un solo niño en esa calle, en dos años. Pero nunca.
Empiezo a hartarme y la miro impaciente:

-Señora, tranquila que no hay niños.

-¡Tu eso no lo sabes! Puede haber niños y perros y viejos y todo.

Sí, viejos como usted, cincuentona insolente.

-Cuando voy por el paseo siempre la ato, tranquila, lo que pasa es que aquí pues aprovecho porque no suele pasar mucha gente.

-¡Eso! ¡Un perro tan grande debería siempre ir atado, así que ponle la correa inmediatamente! ¡A ver si se le van a cruzar los cables!

Con usted, no me extrañaría.

-¡Que no le pongo la correa, señora!

-Esto no puede ser, debería denunciarte... -la señora se va, refunfuñando.

¡Vieja chocha! A mi malhumor se le suma otro enfado más. Estaba tan furiosa que la he pagado con la pobre Ruch y le he puesto la correa y todo cuando se ha ido de mi lado. No me habrá perdonado, ella es una alma libre.

La cuestión... luego de eso me he ido a la autoescuela, pero estaba tan molesta que no se me ha pasado la rabia en toda la tarde, y ahora simplemente estoy como apagada, tristona. Seguramente después tendré que enfrentarme de nuevo con mi padre (que seguro que tiene mucho que decirme, porque cada vez que no duerme la siesta se cabrea) y con mi hermana, a ver cómo "arreglamos" el tema de los botines (a mi brazo y al muñeco que les den). Creo que debería ponerme la antirrábica por si acaso, a saber lo que llevará V entre las uñas porque siempre las trae negras.

En fin... con todo esto llego a la conclusión de que la Ley de Murphy se cumple: si algo va mal, puede ir peor. El día de hoy ha sido desastroso, fíjate tú que lo mejor ha sido el examen... Paradojas que plantea la vida. Además, la gente de mi alrededor parecía súper contenta, no sé, parejas cogidas de la mano paseando, mis amigas riéndose de todo... Pero mira, hoy me ha tocado a mí y tal vez mañana ya no, así que sólo me queda desearos que, si os pasa que alguna vez os levantáis con el pie izquierdo, que no pasa nada.

Un mal día lo tiene cualquiera.

Besazzos,


*LuLi*

4 comentarios:

Christine dijo...

Muy buen blog!!
Muy interesante, segurmaente me de una vuelta seguido por aqui.


Saludos

Christine

Luli dijo...

Hola!

Gracias por tu comentario, me ha subido bastante la moral, jeje, porque por aquí no suele pasar mucha gente...

¡Serás bienvenida!

Besazzos.

Anónimo dijo...

vale, porbesita Luli

hace poco tuve un mal día, nada más y nada menos que....
¡Señoras y señores, 6 broncas tuve hace unos cuatro días!

una con mi padre con la siesta, (que en eso se parecen) una con mi madre porque saqué un seis en un examen de inglés que encima era bastante dificil...otra con unas amigas que decían que yo me fijaba de ellas y que les había robado sus bolis a cada una...etc, etc


no lo soporté, le di a una de ellas, que fueron la ultima bronca, un bofetazo bien dao que le dejo to la marca de la mano más el ojo morao (jejeje. siesk yo, cuando me pongo, me pongo...)

esto lo has escrito hace tiempo si, pero voy a comentarte tooos los trozos que tienes puestos ;)

Luli dijo...

Hola Clara!

Parece ser que tengo una nueva lectora y eso se agradece ^^

Hija, lo dicho, cuando el Señor D nos putea, no se puede hacer nada. Y anda que tú... ¡darle un bofetón a tu amiga! Jaja, espero que no fuera a más ;)

Muchos besazzos