sábado, 23 de febrero de 2008

Sobre amores imposibles III



Hola a todo el mundo.


Aunque cada vez somos menos -igual como mis visitas a este fabuloso loft internetarial por culpa de los exámenes- vuestra autora favorita -esto es, yo- sigue dispuesta a daros la tabarra en cuanto le surge un ratito -antes de salir de fiesta-. Yo sigo bien, gracias por preguntar, y precisamente por eso quería demostrarlo concluyendo de una vez por todas la difícil historia de amor entre Sujeto P y Sujeto I inventada por mis compañeros y yo (aunque debo remarcar que hace como tres semanas que Sujeto I, alias la practicanta, acabó sus famosas prácticas y se largó para, tal vez, no volver jamás.



TERCERA PARTE: ¿ELLOS?


Los que se pelean, se desean y los que no, se morrean. Esto es una verdad como una catedral que me han enseñado desde pequeña. ¿Quiénes? Pues... individuos varios, tales como compañeros, padres, profesores, amigas pinchonas... vamos, varios. Partiendo de este statement, como dirían los doctos anglosajones, voy a proceder a analizar el comportamiento de ambos Sujetos (P-I) en relación a su convivencia en clase durante las tres semanas que Sujeto I compartió con nosotros (dulces retoños, jeje). Bien.


Érase una vez, hace mucho, mucho, mucho, mucho, pero que muuucho tiempo (un mes y dos semanas, aproximadamente), Sujeto P -cap 1- y Sujeto I -cap 2- se conocieron. El primer día, Sujeto P y Sujeto I parecían amiguísimos: él se mostraba preocupado por si ella veía bien la pantalla de las diapositivas, allá desde el quinto ostio, y ella, aunque no veía una mierda (con perdón) le decía que sí a todo. El segundo día, también. Incluso el tercero.


El cuarto día, la cosa cambió. Parecía ser que lo que en un principio había resultado una estrecha relación profe-practicanta había llegado a su fin. Sí, porque, de pronto, el profe dejó de darle un trato especial (para él todos somos irritantes, es su palabra favorita) y comenzó a tratarla como una alumna. Bueeeno, como una alumna tampoco, porque ella, como ya he dicho anteriormente, era como una pececita con cara de empollona, que no hacía nada excepto apuntar sobre su odioso bolso azul y aburrirse. Le hacía preguntas que ella respondía en seguida, o dejaba frases en el aire para que ella las completase.


-Aquí tenemos la cabecera del edificio -en realidad mi profesor habla en valenciano, pero bueno-, con tres absis semicirculares comunicadas por un...


-Deambulatorio -ella, rápida.


-O girola -él, pincha.


-Sí, sí, claro.


Y así bastantes días. Uno de tantos, a la hora del recreo, nos la encontramos sola, comiéndose un paquete de rosquilletas tristemente. Alguien entabló conversación con ella -yo no, le guardo rencor por el bolso: me llegó muy hondo que no se lo cambiara ni una vez-, que cómo estaba.


-Bien...


Imagino que acordándose de todos los antepasados de mi profesor, por tenerla ahí solita y no ayudarla a integrarse un poco o, por lo menos, invitarla a un café en el bar. En mi clase en seguida tuvo lugar el pistoletazo de salida: comenzaron los rumores.


-Debe ser que se gustan, por eso no se hablan. Él tiene vergüenza de acercársele y va de guay.


-No, no, la tímida es ella, que ha visto que lleva dos anillos de casado y se ha rajado -eso es verdad, mi profesor es viudo y recasado. Hay que ver.


-Que no... que él la provoca en clase y, además, tiene pinta de mujeriego.


-Bueno lo que es seguro es que ella está coladita por él, si no no lo aguantaría todos los días en clase.


-Perdona, bonita, pero yo también lo aguanto todos los días en clase y no estoy coladito por él.


-Que nooo... que es él, que va de guay.


-¿Pero no habíamos quedado en que era ella quien estaba por él? ¿O era él el que estaba por ella?


-Debe ser que se gustan, por eso no se hablan.


Ahí comenzamos a fijarnos en el mutuo comportamiento, pero tampoco esclarecimos nada. Poco después, comenzaron a picarse. Ella se puso a "enseñarnos" el Renacimiento y a cada cuadro que comentaba, él tenía que replicar por lo bajini:


-No, no, espera, ellos todavía no saben lo que es el punto de fuga, no lo des por hecho.


A ver. ¿No está ella dando clase? ¿Para qué te metes, ostia? Pues nada, el tío ahí, corrigiendo cada frase y negando irónicamente a cada palabra que la muchacha decía.


-Hay tema, hay tema -nosotros, cada vez más emocionados-. Los que se pelean, se desean.


Y digo, "los que" porque ella tampoco se callaba una. Y ahí los tuvimos, durante tres semanas, discutiendo formalmente -abiertamente no, siempre con sutileza- sin parar. No tuvimos remedio, hubo que aceptarlo: había demasiado pique.


Incluso ahora, un mes y dos semanas aproximadamente después, que todavía alguien de mi clase suelta de vez en cuando una tosecilla áspera que suena así como un canturreo: "Los que se pelean, se desean y los que no, se morrean". El profesor nos mira peligrosamente y contempla nuestras caras inocentes. Silencio. Se vuelve para seguir con las diapositivas y... risas.


Ay, señores, el amor, que lo complica todo.


Fin


Besazzos,


*LuLi*

4 comentarios:

Joseph Seewool dijo...

La lógica racional, unida a las reglas de la experiencia, nos indican como hipótesis más probable que el profesor inteligente supo adivinar la mala leche de la practicanta, y "una retirada a tiempo es una victoria", se dijo. Pues no tiene tablas ni nada el profesor.
De lo contrario, a la practicanta se le hubiera notado en la cara el gustazo de haberle dado con la puerta en las narices al maduro profe, ¿Nooo?
¿Te ha gustado mi teoría?
Como ves, aunque con retraso, te leo. Corrígeme si no me he enterado bien de la historia...

Luli dijo...

Hola!

Jaja, sí podría ser, pero en realidad no se gustaban (mi profe es bastante despectivo),eso lo inventamos los alumnos para no aburrirnos en clase, aunque los comportamientos no son ficticios: él siempre la ponía en el quinto pino.

De todas formas, don maestro está casado (por segunda vez, se quedó viudo) y tiene dos hijos, así que... no pudo ser.

Y en caso de que hubiera podido ser... la practicanta es demasiado rarita para él, y quizá también demasiado dominanta. ¡Ya me la imagino llevándole la vida controlada! Uf, el pobre no lo aguantaría, jeje.

Besazzos de nocilla!!!

Anónimo dijo...

Mmmmm...Me gusta la historia, me gusta....
Mira que tiene morro, tu profe, viudo, se casa y encima (estoy hechando ojo a las citas) provoca
Pues....como he dicho antes, en el cap1 , no me cae bien tu profe y, como he dicho antes, en el cap2, no me cae bien tu exsemiprofesorapracticanta
Muy bien dicho, los que se pelean, se desean y si no, se morrean. Nunca mejor dicho para este caso xD
Y al cabo de un tiempo....CHAAAAAAN: El cariño desapareció, pobrecitos...xD

Luli dijo...

Has visto, hija mía, en qué ambiente me estoy criando...

Soy joven e impresionable, esas experiencias marcan a uno para siempre. ¡Así me estoy quedando!

Besos