viernes, 8 de febrero de 2008

Sobre amores imposibles I




Hoy me gustaría escibir acerca de un romance impensable entre Sujeto P (profesor de Geogragfía e Historia del Arte) y la practicanta, Doña I, que, sin rencores, pero... ¡ay, qué mal me cae!

No obstante, para que la historia tenga sentido, es de vital importancia que conozcáis a fondo a los protagonistas de mi relato, por lo que antes de empezar con la historia he de hablar un poco de ellos. Como cuando yo digo "hablar un poco" significa en realidad "parlotear hasta el aburrimiento", pues dividiré la historia en tres partes: la primera, dedicada a Sujeto P, el famoso Sujeto P (toda una revolución en mi curso), la segunda, en respecto a la practicanta, y la tercera ya con la historia.

Procedo.




PARTE PRIMERA: ÉL


Voy a descibir a mi profesor. Éste, como ya he mencionado alguna vez, es un personaje de cuidao. Para empezar, es un tipo alto, rozando el lustro, robusto y, según mi padre, fofo, porque nunca ha hecho deporte. Aunque existen muchas historias sobre él, como por ejemplo, que está forrado, porque tiene una mansión impresionante que yo no he visto porque no sé dónde vive (¿¿¿que no QUÉ???, claman mis amigas poniendo el grito en el cielo mientras me miran con cara de ¿en qué planeta vives, Luli?).

Bueno, a pesar de que nunca he visto su casa, sí que me fijo en la ropa que lleva y, la verdad, el tío no va vestido de la marca Delmer (del-mer-cado ¬¬), sino que viene cada semana con un modelito diferente (sí, habéis leído bien: UN modelo por semana, NO por día) de Adolfo Domínguez, o Guess, o Dolce & Gabbana, o cosas así. Presenta una imagen aseada, el chico, eso hay que admitirlo.

En cuanto a su aspecto... hay muches discusiones en torno a esto (auténticos debates), así que voy a tratar de ser objetiva, no influenciaros y resumir un poco las impresiones colectivas de las personas que, como yo, tienen el honor de tratarle a diario. De ese modo el lector puede sacar sus propias conclusiones.
El colectivo de susodichos que conocen a Sujeto P y opinan sobre su aspecto se divide en varios grupos:

-Grupo A : Pasionales.
Para este grupo, el profesor es una especie de George Clooney: es decir, que se les cae la baba cuando hablan de él (¿recordáis al Chotulus patonis bradpitiano?). Esta gente -suelen ser chicas- son como las alumnas de Indiana Jones, que cuando cierran los ojos tienen pintarrajeadas en los párpados las palabras "I love you". Está claro que no son tan radicales (con mi profe a ver quién se atreve), pero lo harían encantadas. Están, literalmente, enamoradas de él: un cuarentón/cincuentón madurito, vacilón y sexy, con comentarios inteligentes y mirada sarcástica que explica que parece un somnífero. Naturalmente, este punto de vista está algo idealizado, pero la verdad es que casi todos lo están.

Cito:

"Tia, me encanta cuando insulta a Yoel, es que me pierde"

"Dioss... ¡está de toma pan y moja!"

"Quién fuera su mujer..."

"Yo quiero uno..."


-Grupo B: Pelotas.
Este grupo se asemeja bastante al anterior. La principal diferencia es que no evidencian tanto su devoción por el señor Don Maestro, sino que se limitan a moderar su postura, eso sí, siempre defendiéndolo.

Cito:

"¡Que es guapo!"

"No es feo"

"Es atractivo"
"Tiene los ojos súper chulos"

-Grupo C: Escépticas
Este grupo alega que tiene la cara demasiado redonda, que es demasiado peludo y, en general, antepone la antipatía que sienten hacia el carácter del profe, lo cual condiciona las opiniones sobre su físico. Yo creo que dicen que es un ripio porque les cae mal, simplemente.

Cito:
"¿Sujeto P? ¡Argh! ¡Es horrible!"

"Imagínatelo nadando: sería como una bola de pelo flotando en el agua"
"¡Pero si parece un oso!"

"Nonononono, no, no y ¡NO!"


-Grupo D: Indiferentes.
Directamente, les da igual. Cuando les preguntas la opinión te sueltan algo tipo: "puesss... no sabría decirte..." o "Hm... eh... esto...".

Una vez establecidos los cuatro grupos, paso mi crítica personal. Como ya sabéis, es un hombre de unos cuarenta y siete u cuarenta y ocho años de edad, alto, grande, robusto y (según mi padre) fofo. Matizo lo que podáis haber deducido acerca de las citas. Bueno, pues tiene la piel bastante blanca, el pelo es de color gris mezclado con negro y lleva un peinado a lo Cuéntame, que recuerda a los años setenta o así por las patillas, aunque la verdad es que no le quedan mal. Tiene la cara bastante redonda (parece un círculo) y un punto a su favor es que no tiene "claraboyas" en la cabeza, es decir, que conserva casi intacta la melena. Por último, pues mencionar sus ojos que, por mucho que se empeñe el Grupo C, la verdad es que son bastante bonitos: azul claro-gris, escrutadores y cristalinos. He tenido pocos profesores u profesoras con los ojos azules, sólo un interino hace dos años que daba Comunicación Audiovisual.

El punto en contra sería su múltiple vello corporal, visible sobre todo en sus brazos, en sus cejas (las tiene descuidadísimas, es casi uni) y en sus orejas (¬¬). También los pelos que asoman por debajo del cuello cuando lleva desabrochados los primeros botones de la camisa desvelan que es el típico hombre pecho-lobo (pero bueno, al Grupo A esto no parece molestarle mucho, es más, cuando Don Profe se desabrocha los primeros botones de la camisa, en clase no se centran).

Ahora, para ayudaros a formar una opinión, voy a describir su carácter. Uf... esto es casi más difícil que hablar de su físico, pero voy a tratar de resumirlo un poco, porque me estoy alargando bastante.

Veamos... Sujeto P es, ante todo, tremendamente vacilón. Irónico y sarcástico, mantiene esa actitud pasota mezclada con una buena dosis de "Diosss, qué paciencia tengo que tener con ellos" que tan locas vuelve a las del Grupo A y, a la vez, a las del Grupo C. Su humor es negro como el carbón, y abundan en él comentarios sutiles, inteligentes y escépticos, a la par que hirientes. Además, eso hay que saber apreciarlo, porque muchas veces su ironía es tan sutil que pocos la captan (y eso que en mi clase de Geografía somos más de treinta y cinco personas, porque nos juntamos dos grupos), pero yo me considero de las que normalmente pillan sus bromas (más que nada porque mi propia ironía es igual o más suave que la suya, como irá comprobando el lector a medida que regularice sus visitas de este loft internetarial).

Sin embargo, Sujeto P tiene muchas veces los llamados "puntazos", por los cuales te suelta cada cosa que, inexplicablemente, te molesta tanto como gracia te hace. Se queda contigo pública y evidentemente, y entonces la sensación que se te queda es ambigua: por una parte te sientes derrotado y, aunque se supone que en esos momentos deberías odiarle, no puedes evitar admirarle. No sé si me explico, porque es un poco difícil, pero se resume a que, de alguna manera, consigue que, cuando te deja en ridículo, la gente se ría más de su ocurrencia que de tu propia metedura de pata/similares. Pongo ejemplos:

1) En un examen, mientras Sujeto P reparte folios en blanco, el impaciente de la fila del fondo, que parece no percatarse, no para de preguntar:

-¿Dónde hacemos el comentario?

Tras un rato de insistencia, el profe suelta sin alterar el tono de voz:
-Ahí en la pared, que te pilla cerca -carcajada general.


2) Poniendo la fecha del examen:

Él: ¿Va bien el día 22?

Todos: Sí.

Joel: [el típico gordito con gafas, que nunca se entera de la película] Pero si el día 22 es fiesta.

Alguien: Qué va a ser fiesta, Joel, tú estás flipao.

Él: [aparentemente sin prestar atención a la interrupción] Entonces confirmado, ¿no? Venga, pues el día 22.

Joel: Pero que el día 22 es fiesta. Lo tengo marcado en rojo.

Él: Sí, fiesta. El día de San Joel.

[Todavía me salen las lágrimas cuando lo pienso. Dios, casi me asfixié de la risa cuando lo soltó]

3) Hoy mismo. Mi compañera de pupitre contándole batallitas a la de delante. Después de que Sujeto P exigiera varias veces silencio con tono peligroso, a la quinta que la ha pillado hablando le suelta:

-Qué interesante. Me cautiva tu historia, luego me la cuentas a mí también, ¿sí?

La chica, ferviente miembro del Grupo B, después de enrojecer no ha vuelto a abrir la boca durante el resto de la clase.


4) Otra vez hablando. Después de decirle tropecientas veces a dos que se callen, Sujeto P las mira, ya que estaban sumergidas en una apasionante conversación, y señala a una con el dedo índice:

-Tú -dice, acusador.
La chica se paraliza inmediatamente.

-Tú eres la culpable. Sal fuera, habla lo que tengas que hablar con las paredes y cuando acabes, entra.

La chica, casi con lágrimas en los ojos, supercortada.
-No, no, por favor, Sujeto P, me portaré bien.

-¿Lo prometes?
-Sí, sí, lo prometo, lo prometo.

Eh, lo cumplió.

Y es que, en cierto modo, ese hombre inspira un profundo respeto hacia nosotros, los estudiantes. De los que más. Consigue que callemos sólo con una mirada porque ya le conocemos todos bien y sabemos lo incómodo que resulta a veces enfrentarse a él.

Más cosas... su voz es súper grave y cuando habla no se le entiende. Por eso los motes de El Murmurador, o Sujeto P-voz de tubería. Habla en molestos susurros que nadie oye y siempre hace uso de la desesperante muletilla: ¿S'antén o no s'antén?, que es valenciano y significa ¿Se entiende o no se entiende?. La usa, sin exagerar, al final de cada frase. En plan:

-Y, en conclusión, en el norte hace más frío que en el sur, ¿s'antén o no s'antén?

Pero también:

-Bon día, ¿s'antén o no s'antén?

Paradójicamente, cuando habla -los inexpertos desistirían de tener una conversación con él- no se entiende absolutamente de lo que dice, nada excepto el molesto s'antén o no s'antén. Y curiosamente cuando lo dice todo el mundo le responde siempre que sí, aunque muchas veces la respuesta sea negativa. Si lo oyes hablar, es una cosa así:

-bsbsbssbsbsbsbsbsbbsmbsmbsmbsmbsm, ¿s'antén o no s'antén?, bsmbsmsbsmsbsmsbsm...

Esto con su intimidante voz de tubería (:P). Además, con el s'antén o no s'antén hace variantes, del tipo: m'explique o no m'explique u val o no val. Aunque, sin duda, lo peor es cuando lo deja en el aire. Es decir, está explicando y de repente te lo ves venir con el típico s'antén o no s'antén (en una hora te lo puede soltar como media unas ciento cincuenta veces -contadas con palitos en los márgenes de los libros). Pero, sin embargo, Sujeto P te sorprende y sólo dice: ¿s'antén...? Y tu, angustiado, piensas para ti "¿... o no s'antén?", porque suena hasta mal si no está la expresión completa.

Además, mi profesor es tremendísimamente vago. Algunos le llaman Sujeto P el Gos (el perro, vamos). Está explicando en la pizarra y de pronto suelta:

-Uf, qué cansado estoy -y va y se sienta en una silla y cierra los ojos durante un segundo. Luego los abre y sigue explicando sentado.

O, cuando el año pasado sólo éramos cinco en su clase, mientras hacíamos los exámenes él se sentaba como el típico jefazo: con los pies encima de la mesa. De hecho, es de los que cuando vamos a ver una película él se coge tres sillas para él: una donde se sienta, y otras dos más para las piernas.

Y descarado es un rato. A veces se trae un chupa-chups y se pone a explicar o a dictar, y justo cuando estás de lleno metida en la tarea, notas que para de hablar y te preguntas qué pasa. Levantas la vista y te lo ves dándole vueltas al chupa-chups con todo el morro del mundo, pasando de las treinta y cinco personas que están contemplándole estupefactas, esperando a que decida seguir dictando. O un chicle, que es más fuerte aún porque se pone a hablar y de repente dice "esperad un momento". Hace un globo gigantesco, lo explota, lo sorbe delicadamente y continua. U el móvil, que cada vez que le llaman lo coge delante de todos sin pudor alguno y habla como si estuviera solo. Una vez se pasó un cuarto de hora (cronometrado) hablando con su mujer: "vale, yo recogeré a la niña", "¿qué has dicho que harás para comer?", "besos, yo también te quiero". ¿Eso dónde se ha visto, señores? O_O

¡Y patoso! Que una vez se tropezó con una silla y se abrió un agujero enorme en un camal del pantalón, que estuve tres días tratando de no prorrumpir en risitas tontas en su asignatura. O cuando rompió el mapa que traía todos los días a clase, y lo -literalmente- pataleó con rabia y amenazó con quitarnos medio punto si nos reíamos.
Como ya he dicho, todo un personaje.

En fin, voy a redactar mis conclusiones generales, que el lector podrá compartir o distar de ello tras haber conocido a tan profundo, pragmático y singular profesor. Bueno, pues creo que nos encontramos ante el típico caso de profesor interesante, que algunos consideran guaperas y otros no (no me incluyo en ninguno de los cuatro grupos del colectivo) y que, como ya comenté en alguna ocasión, necesitaría varias entradas para él solo. Creo que Sujetos Pes sólo hay uno y que, como tal, pertenece a un caso extraordinatrio dentro de la variada fauna de profesores raritos que se cuentan en mi recopilatorio.

Con esto concluye la primera parte de la inminente historia de "Sobre amores imposibles". El próximo fascículo será Doña I, la practicanta, de la que, como la conzco desde hace poco, no podré profundizar tanto, por suerte. Espero no haberos cansado demasiado con todo el rollo de Sujeto P, pero como veréis, una misma persona puede tener innumerables facetas. Cuidaos de él, ;)

Continuará...


Besazzos,

*Luli*

2 comentarios:

Anónimo dijo...

estoooo....vale...tu profesor me cae MUY mal
Desde luego, si fuese una de sus alumnas, estaria en el apartado C...
ò_ó
Bueno, con lo del chupa chups, el chicle y el móvil, ya he saltado de la silla
¡¡¡Que morro que tiene el tio!!!O_O

Luli dijo...

Hola!!

Pues sip, el tipo este tiene unas salidas que ni te imaginas, como por ejemplo, estar insultándonos y decir: "Me estoy burlando de vosotros, os habéis dado cuenta, ¿no?" o cosas así, que te quedas: esto... ¿vale?

Pero en fin, parece ser que su físico muchas veces le salva el pellejo, juju, y además, creo que solo es borde con los alumnos, porque el resto de profesores hablan super bien de el... No se, es un hombre extraño.

Muak!