domingo, 17 de febrero de 2008

Sobre amores imposibles II



Hola a todo el mundo. Sigo con la historieta.



SEGUNDA PARTE: ELLA



¿Quién es ella? Nos preguntamos todos cuando, un día cualquiera, la vimos esperando apoyada sobre la pared del pasillo, delante del aula de Audiovisuales.

-Ella es Sujeto I, una chica que ha venido a hacer unas prácticas y estará con nosotros durante una temporada -nos la presentó Sujeto P con su habitual indiferencia.

Sujeto I, Sujeto I... una personita muy curiosa. Baja, rellenita, con gafas y con un peinado imagino que "moderno", aunque extraño de veras, con todos los mechones alborotados. Unos veinticinco años, más o menos (advierto que soy muy mala adivinando la edad de las personas, pero siempre lo hago lo mejor que puedo). Rubia ella. Con cara de lechuga.

Empezó la temporada con tranquilidad: el profesor la situaba al final (del final) de la clase -en el quinto ostio, para que nos entendamos-, de manera que todos nos dimos cuenta en seguida de que le iba a costar un huevo pillar sus explicaciones, más que nada porque... ¡por algo Sujeto P es El Murmurador!. Al principio ella era... pasiva, para decirlo de algún modo. Absolutamente invisible, que no notabas ni su presencia de lo calladita que estaba, allí, quieta en su rincón, con un boli y una hoja de papel en blanco... sacado de un bolso gigantesco. Odio ese bolso. Y no porque sea suyo ni nada de eso, no, mi odio tiene una explicación absolutamente racional: es igual que mi mochila, pero en azul. Mi mochila es verde.

De verdad, no soporto a la gente que lleva la misma ropa que yo, es una cosa que me supera. Ropa o complementos, en este caso es lo mismo. Y ahí te la veías todos los días, a la tipa, con el mismo puñetero bolso azul de Jordi Labanda colgado del hombro. Y yo pensando "¿Pero no tendrá otro?" o bien "Hoy no le combina con la ropa. Va de morado y gris, no sé a qué narices viene el bolso azul a cuento". Pues nada, ella era A, B y C, como los niños, de su enorme bolso azul no la sacaba ni el mismísismo Papa de Roma aunque hubiera venido a posta. Si hubiera tenido otra mochila, creedme que la habría usado, pero como a mí me toca una por curso (y sólo si las estropeo) pues me tuve que aguantar. Y ahí nos tenías a las dos Labandas: una de verde y la otra de azul. Uy... ahí ya me tocó los cataplines la muchacha.

En fin, pasando, que al cabo de una semana o así de su presencia "pecina" (porque ella era como la mascota de la clase, el típico pez que no hace nada excpto compañía), el profesor, es decir, Sujeto P, empezó a tratarla como si fuera una alumna más -remarco que en mi clase somos quince y sólo hay dos chicos, de ahí el "alumna" y no "alumno"-. De vez en cuando le lanzaba preguntas-trampa, y treinta pares de ojos en seguida se posaban sobre ella para observar cómo afrontaba con valentía la situación y respondía sin dudar. De la confianza obtenida se atrevió a más, pues de vez en cuando incluso corregía al señor profesor, osando lo que ninguno de nosotros nunca ha osado (o, los que lo han osado, siempre se han llevado alguna respuesta desagradable del amplio repertorio que este guarda bajo la manga).

Pero, de pronto, y a penas sin darnos cuenta, nuestra pequeña Sujeto I creció. Llegó un día a clase y nos soltó por todo el morro:

-Bueno, a partir del lunes que viene las clases os las daré yo. He estado observándoos y me he dado cuenta de que no estáis haciendo ningún comentario. Seguid así, seguid así que cuando llegue el selectivo os vais a cagar -mocosos de mierda, le faltó decir.


Expresión general: (O_O)2 OH MY GOD


Sí, amigos, nos quedamos a cuadros por el tono tan despectivo que nuestra pececita acababa de emplear para dirigirse a nosotros. Nos había dicho la cruda verdad, cierto, pero al parecer ella no conocía toda la historia, porque la batalla que llevamos con el profesor desde principio de curso para que nos pase un modelo de comentario es para contarla (aunque no voy a proceder ahora). Os lo resumo diciendo que hicimos una apuesta y ganaron los que dijeron que no nos lo iba a dar (seis euros, se llevaron).

En fin, volviendo a lo que nos interesa, que nos echó un rapapolvo de cuidao, llamándonos desde vagos hasta ineptos, y naturalmente, sin omitir en ningún momento que nos, ejem, "íbamos a cagar" ¬¬

-Y me traéis los deberes que os voy a poner para el lunes -concluyó.

Y ahí empezó una dictadura en la cual la pececita se transformó en una desgradable tiburona practicanta, que nos hacía leer a todos en voz alta durante horas y horas, que se ponía bizca cuando hablaba, y se enganchaba explicando, de lo nerviosa que se la veía. Una tía por dos reales, como diría mi padre, que, como habréis notado, tiene una frase para cada situación.

A los pocos días propuso una excursión, algo que mi profesor, tan listo él, creo que no se le habría pasado por la cabeza ni en millones y millones de trillones de siglos. Nos repartió unos papeles en los que explicaba la actividad, y mi profesor tuvo que hacer mutis y agachar la cabeza para someterse a "la idea" por primera vez en la historia del instituto, pero nos dejó bien claro que, si alguien tenía alguna duda... se quedaba con ella. Típico, ya lo iréis conociendo. ¬¬U

La lástima es que yo me perdí esa excursión debido al pequeño esguince que me hice el día anterior por culpa del amor de Sujeto B, que me arrastró por delante durante varios metros en las pistas de esquí, por lo que no puedo daros una explicación detallada del evento, aunque me dijeron las que sí fueron (como Sujeto B ¬¬) que el profesor estuvo muy relajado y hasta les hizo una foto con su habitual ironía ("decid co-co-dri-looo"). Es una pena, porque habría podido estudiar mejor el comportamiento de ambos Sujetos (P-I) y ver cómo interactuaban entre ellos fuera del ámbito educativo, pero no pude realizar mi tesis por los ya mencionados contratiempos de salud.

Más cosas... bueno, a partir de ahí la seguridad de Sujeto I fue en augmento y hasta empezó a insultar al personal del instituto cuando un día la dejaron en la calle mientras llovía a cántaros y nadie le abrió la puerta a pesar de sus insistentes llamadas al timbre (que es lo normal). Les dijo de todo a los de secretaría (mientras se desahogaba con nosotros -espero que no les dijera lo mismo en persona-), cosas tan amables tales como "putos cabrones" o "trogloditas desconsiderados y mamahuevos". Perdón por el vocabulario, pero las citas son literales.

Total... que habíamos criado a una auténtica practicanta, que había pasado de no ser nadie a ser una verdadera "profe tocapelotas", como todos los que hay en mi instituto. Y es aquí donde acaba la segunda parte de esta trilogía romántico-dramática-humorística que finalizaré en la siguiente entrega, donde, tras haber conocido a los personajes principales, procederé a... la auténtica historia imaginada por mi clase.

Continuará...


Besazzos,


*Luli*


3 comentarios:

Guido dijo...

Bueno, primero que nada gracias por visitar mi blog.
No he tenido tiempo de leer todo el blog hoy, pero por lo menos queria darte una alegría.

g.

Anónimo dijo...

holaaaa
¡¡¡Y vuelvo a darte la tabarra con mi comentario!!!
Si esque yo....
Haber, con eso de que tu exsemiprofesorapracticanta se ponga a daros clase así sin más, con lo de: ``os vais a cagar´´ , no esque me halla caido muy bien que digamos, pobrecita, los profesores son muy malos...
Encima mi madre es profesora de inglés en un isntituto, como se porte así esque no se que hago, por dios
¿Y es bajita, rechoncha y con cara de lechuga?
Por dios, si se parece a Umbridge, de Harry Potter, solo que el personaje es con cara de sapo pero bueno....

Bueno, adiooooooooooooooooooooooss

Luli dijo...

Hey!

Solo una cosa: si descrita ya te cae mal, imagínae en persona...

¡Odio su bolso de Jordi Labanda!
ò_ó