Queridos lulilectores...
Esta era Luli tan feliz, ayer por la tarde, planificándose la mañana del viernes (hoy). Y llega El Rey del Mambo la mañana del viernes (hoy) y le dice a Luli:
-Te toca ir a hacer la compra de la semana al Mercadona. Coges el coche y te vas para allá.
Como podréis imaginar, no solo me ha descolocado por completo el día, sino que me ha entrado algo de cosa: ¿La compra de la semana? ¿Yo? ¿Sola? ¿Y con el coche?
Sí, señores, sí. He ido muchas veces sola a comprar, igual que otras muchas me he ido con mi madre, o con mi padre, o con mi hermana, o los tres juntos, a hacer la gigantesca compra de la semana. Pero ir sola, con doscientos euros en el bolso y con una lista más larga que un día sin pan, y con el coche (claro, no querréis que lo cargue yo todo y vaya andando hasta mi casa)... eso ya es otro cantar.
Primera cuestión: ¿al Mercadona de arriba o al de abajo? (en mi pueblo hay dos). Resuelvo que mejor el de abajo, porque el de arriba está justo al lado de mi antiguo instituto y no me apetece nada encontrarme por casualidad con algún ex-profesor despistado que va a comprarse el almuerzo mientras yo meto papel higiénico en el carro (situación desagradable donde las haya, sin duda, recemos para que nunca nos pase).
Segunda cuestión: ¿dónde aparco? Tendrá que ser un sitio calculadamente práctico para que A) no se ralle bajo ningún concepto B) Esté cerca de la entrada C) No me apetece todo el papeleo del parking, que si ahora tiquet, que si ahora pulse aquí, que si ahora la barrera falla y no se levanta (algo habitual), etc.
Tercera cuestión: seguro que tardaré horas, y seguro que está lleno de gente... tengo cero ganas.
En fin, una vez superadas estas grandes tonterías existenciales, allá que me dirijo tan feliz con el pequeño Polo Pitbull de mi madre (lo de Pitbull se lo ha inventado ella, no sé todavía por qué). La suerte me abraza por una vez y me brinda un sitio excelente para estacionar: ¡justo delante de la puerta de acceso al supermercado! Bien, prueba uno superada: ahora toca el terror de las bebidas.
Cargo un carro mediano con 4 packs de seis botellas de agua (aún me duele la columna), con cajas de leche, con latas de refrescos, de zumos, de cerveza para mis padres... hasta que el carro casi rebienta de lo lleno que va. Después de 20 minutos de cola, pago y me dirijo al coche para guardarlo todo en el maletero como buenamente puedo para, a continuación, dar media vuelta y volver a entrar, carro en mano, a por el resto de la compra.
En el segundo viaje empieza un poco la emoción del asunto: empiezo a encontrarme con gente conocida que, como ya había pre-pronosticado, me iba a topar con alguien, fijo. La pregunta era: ¿con quién?
Pues, así a primeras, con mis tíos abuelos, que resulta que compran todos los viernes a esas horas en el Mercadona desde hace la tira de años. Y veinte minutos por lo menos hablando con ellos, de si las naranjas, de si dónde iba a trabajar en verano, que si se han puesto un filtro en la cocina para poder beber del grifo, que si no se qué, que si no se cuántos...
Más tarde, un cuarto de hora después, aproximadamente, a mi otra tía, la fasion, que iba a por los cuatro olvidos, y que si mi hermana había vuelto con el cuñadito, que si ya llegan las fallas, que si mis primos esto, que si mis primos lo otro, etcétera.
Al poco, me encuentro con una amiga, que iba con su madre haciendo la compra: que si quedábamos para volver juntas el lunes en Valencia, que si este sábado salíamos a dar una vuelta, y poco más.
Y, por último... Dios, qué mal lo he pasado. Voy tan tranquila por un pasillo, buscando algo por las estanterías, y veo de refilón a un chico que siempre me ha gustado y con el que tuve algo hace tiempo. Me invade la vergüenza y giro la cabeza al máximo, rezando para que no me reconozca, y empiezo a esconderme por los pasillos rogando a todas mis deidades no tropezarme con él por ningún pasillo de cara. ¡Ja!
Ni por ésas: Señor D me lo planta al rato justo en mis narices, y si no me he muerto aún no entiendo a comprender por qué, porque debo haber puesto una cara... encima luego me he vuelto a tropezar con él alguna vez más (lo típico), pero solo hemos cruzados tres frases de pura cortesía, nada más. ¡Qué dolor, qué dolor! Y yo media desastre que iba: sin pintar, con la cara lavada y el pelo semirecogido en un moño que uso para estar por casa...
En fin, en la caja ya, tratando de sobreponerme y bufando hondo para no explotar, al cajero no se le ocurre otra cosa para arreglarme la mañana que tirarme los tejos descaradamente y mirarme con carita de cachorro ahogado, diciendo que era vecino mío, aunque en la vida había visto a semejante persona.
Y yo hablando atropelladamente, apenas sin darme cuenta de que estaba siendo sometida al tercer grado, porque estaba atiborrando las bolsas a toda pastilla con combinaciones extravagantes (huevos, desodorante y congelado, por ejemplo), viendo que el chico se iba acercando a la caja de al lado y con unas tremendas ganas de huir...
Al final lo he logrado justo por los pelos: he echado a correr, he llenado el coche y he salido disparada en menos de cinco minutos, arrojando sin cuidado las bolsas de la compra al maletero y devolviendo el carro en un momentito.
Encima no he podido correr porque A) Estaba dentro de poblado B) Tenía un coche de la policía detrás de mí.
Desde luego, menuda mañana.
Besazzos,
*Luli*
3 comentarios:
Joder..
Yo compro en un supermercado pequeñito de debajo de mi casa, y la única que me va conociendo es la cajera, que no sé cómo pero siempre pillo a la misma; esa pobre mujer trabajará 24 7, porque si no, no me lo eksplico. (Mi ekis no funciona, sorry).
Pero, afortunadamente, en casa 'semos' dos y no hay que comprar tanto.. Lo del carro lleno de bebidas te juro que me ha matao, no lo pillo ._. ¿No bebéis del grifo?
Nuna casabes lo que te puede depaar el futuro cuando tienes que ir a Mercadona... XDDDD
Me ha encantado el post! Aunque a ti te hiciera sufrir un poco jijijijiji
Besazzos!
Gracias por los comentarios, chicas, y perdón por tardar tanto en publicarlos y en contestar, pero es que he estado liadísima, pfff...
Jajaja, àriN* yo me miraría eso de la "ekis" porque debe ser muy incómodo a la hora de escribir una redacción para la universidad o cosas así, ¿no? ¡Pobre!
Y en cuanto a Teresa... seehh, ya sé que lo que más os mola es que yo las pase canutas, pero eso es Ley de Vida... el morbo es lo que vende, los humanos somos así de rastreros xDD
¡¡Megakizzes a las dos!! Muaks!
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