sábado, 1 de diciembre de 2007

Ella ya ha triunfado


¡Hola de nuevo y feliz día uno!



Anoche hicieron en mi pueblo un Festival Benéfico, en el que participaban en directo un montón de cantantes locales, entre los cuales estaba una amiga mía (Sujeto T). Llevaba insistiendo desde hacía un mes para que nos compráramos las entradas, y las conseguimos este martes pasado, justito justito porque se agotaron el miércoles.



Total, que aunque el espectáculo empezaba a las diez (en la Casa de la Cultura), las tres amigas y yo decidimos ir veinte minutos antes para pillar sitio y... ¡la cola de gente se prolongaba durante unos cien metros! Nos quedamos así O_O y lo único que se nos ocurrió fue... colarnos v.v.

Consecuencia: todo el pueblo silbándonos. Gente de todas las edades diciéndonos cosas muy feas, consiguiendo sacarnos los colores. V.VU

Sí, sí, pero yo tuve asiento, y todos los que entraron después se tuvieron que quedar de pie.


Bueno, pues nada, empezó la función y los artistas locales empezaron a cantar. La presentadora,que es una chica que tiene un año más que yo, iba vestida como si fuera de boda. La mayoría de cantantes eran jóvenes (entre trece y veinticinco) y mi amiga Sujeto T estaba guapísima. Canta muy bien y, aunque patinó un poco en alguna canción, nos puso a todos los pelos de punta. Nos emocionamos mucho y todo el pueblo aplaudió con fervor. ¡Si habría más de mil personas en la CaCu!


Yo vi cómo mi amiga saludaba con la mano y pensé: "ella ya ha triunfado". Hay que tener mucho valor para subirse a un escenario abarrotado hasta los topes de gente que te conoce. Apagan las luces y, aunque no ves nada, sabes que hay centenares de ojos sobre ti dispuestos a juzgarte ante el menor error que hagas. Un haz de luz cae sobre ti, enfocándote y realzándote en la negrura. Tal vez si fueran desconocidos no impondría tanto respeto, porque, al fin y al cabo, qué más da lo que piensen, si no te conocen y probablemente no volverán a verte nunca más. Pero cuando vives en un pueblo tan pequeño como el mío, donde todos conocen a todos, no puedes menos que sentirte nerviosa.


Y mi amiga lo bordó. Fue de las mejores y todo el mundo la llamaba ¡Guapa! ¡Artista! y cosas así. No sé cómo debió sentirse al verse admirada y querida por tanta gente, pero seguro que es una sensación única: tener un talento especial (una voz preciosa), emocionar a miles de personas y ser aclamada por ello será una cosa de los que pocos puedan presumir de haber hecho, y, los que lo han conseguido, son triunfadores.


A mí también me gustaría tener un momento así: ser por una vez en mi vida el centro de atención, que en ese mismo instante los que te rodean quieran ponerse en tu piel y que digan: "es una triunfadora".


Cómo molo, debió pensar en ese momento mi pequeña amiga Sujeto T, como en su momento pensó Manolito Gafotas, el célebre personaje creado por Elvira Lindo.

Cuando las actrices se dejan fotografiar por millones de objetivos en las presentaciones de sus películas, vestidas de infarto y perfectamente arregladas, seguro que también lo piensan. O las modelos, cuando desfilan con picardía por una pasarela con un traje que todos quisiéramos ponernos por una vez en nuestra vida; o los cantantes exitosos, a los que cientos de miles de gente aclama en sus conciertos; o autores famosos, cuando sacan un libro y la gente acampa en las puertas de las librerías para conseguir un ejemplar; o un político questá acabando un dicurso. Todos esos están triunfando en un cierto momento, que luego puede que se repita o no, pero seguro que durante esos instantes todos piensan: cómo molo.


Han llegado a lo más alto y eso merece mi admiración, así como las de muchas más personas. Es genial ser anónimo, uno más, pero, señores, para una vez que vivimos, todos deberíamos ser recordados y aplaudidos, aunque sólo sea, lo dicho, durante un fugaz minuto.


Bueno, la velada acabó bien, aunque mis amigas y yo nos desmadramos un poco. El público consistía en centenares de abuelos, al menos en el palco en el que yo me encontraba, y era un muermazo. Nosotras cuatro fuimos las únicas que chillaban todo el rato, animando, cantando y riéndonos, con la consecuencia de que mosqueamos a bastante gente, que nos chistaba y soltaba comentarios por lo bajini, pero, la verdad, no nos molestó demasiado. Tuvimos un pequeño incidente con un hombre especialmente enfadado que nos gritó abiertamente desde la fila de delante (creo que fue una cosa del tipo: ¡¿Por qué no cerráis la boca de una p*** vez?!), pero al rato se nos pasó y seguimos a lo nuestro.


Soy consciente de que fuimos bastante descaradas delante de todo el pueblo, pero me da bastante igual porque me vino muy bien para desahogarme. Después de tanto examen (que aún no los he acabado) y de la vida de ermitaña que llevo últimamente, que no salgo de casa menos que para ir al instituto o a la biblioteca, un poco de ruido me vino de perlas para despejarme.


Bueno, os dejo que tengo que hacer un trabajo.


Besazzos,


*Luli*

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