Queridos lulilectores...
Batallitas de nuevo. Pero muy breve, esta vez. Os cuento.
Estoy últimamente enganchada (o re-enganchada, mejor dicho) con Harry Potter. Puede decirse que yo crecí con Harry Potter: me regalaron el primero cuando tenía once años y, tras devorarlo ávidamente, comencé a esperar con ansiedad a que salieran los demás libros y, prácticamente, cada año por mi cumpleaños o por Navidades me regalaron el siguiente, a medida que Jotaká los iba escribiendo y publicando. Releí los cuatro primeros como millones de veces, e incluso el quinto unas cuantas. Atravesé una grave etapa de Pottermania, sin lugar a dudas. El fenómeno Harry, en pleno apogeo, me pilló con entusiasmo, y veía las películas, tenía juegos de mesa... en fin, lo normal.
Pero, no sé por qué, de pronto, de un día para otro... se me pasó. Me olvidé de Harry. Quizá fuera porque la autora tardaba mucho en escribir el sexto, o que el instituto ya no me dejaba tanto tiempo libre... la cuestión es que a los 17 o 18 años, creo que fue por esas fechas (o incluso antes, no recuerdo bien) le di la espalda al que había sido mi héroe en otros tiempos. Me planté en el quinto, y ya no vi ni más películas (en la cuarta me quedé, o en la tercera) ni terminé de leer la saga. Así que, aunque el resto del mundo continuó emocionadísimo cuando salieron los libros 6 y 7, a mí ni me afectó; ni me molesté siquiera en conseguirlos. Mi madre sí que los compró, y los leyó, pero en alemán e inglés, incluso me los recomendó.
Y, desde entonces, no he vuelto a sentir necesidad de leer Harry Potter (supongo que acabé saturada; había fragmentos de libros que me sabía hasta de memoria). Hasta ahora.
Es curioso cómo actuamos cuando estamos bajo presión. Me di cuenta la última semana de mayo, cuando estaba en plena batalla contra el inminente y temido examen de Derecho de la Comunicación, Segunda Convocatoria-porque-a-la-primera-no-me-presenté (aprobado, por cierto, con un bonito 8). En un momento de especial tensión, tratando de concentrarme en la Ley Orgánica 1/1980, mi mente empezó a divagar (suele pasar). Justamente, estaba sentada en mi cama, porque estaba harta del escritorio y creí que un cambio de perspectiva aumentaría mi concentración; y no sé cómo, llegó a mi mente un vago pensamiento: ¿todos los libros están escritos en Times New Roman, 12?.
Dispuesta a comprobarlo, cogí el primer libro que tenía en la estantería sobre mi cabeza... y dio la casualidad de que era de Harry Potter. La tipografía no era la Times, pero poco me fijé, porque empecé a leer y, cuando quise darme cuenta, había devorado tres capítulos (el día de antes del examen, ojo). Lo cerré, asustada, pero no pude evitarlo y seguí leyendo.
Vamos, para resumir, que desde principios de junio que llevo leyendo Harry Potter otra vez. Volví a empezar por el primer libro, y los he estado leyendo ordenadamente (básicamente, compagino el estudio con leer: voy a libro por examen, aunque los dos primeros, como son más delgaditos, los leí en dos días o así). Otras personas miran la tele, ¿no? Estamos a 15 y ya voy por la página 500 casi del quinto libro... el último en el que me había quedado.
Entonces, me tocó tomar una decisión: ¿me leo el sexto en inglés y el séptimo en alemán, como mi madre, ya que los tengo ambos en casa, o me los compro yo los dos en castellano? Estuve la semana pasada rumiándolo bastante, pero al final decidí darme el gusto, porque disfruto mucho más en español (los libros quedan como más irónicos).
Así pues, ayer, aprovechando que tenía que ir a Valencia para hacer examen, me fui al centro y entré en El Corte Inglés, sección Ocio. Lo curioso es que todo el tiempo andaba yo haciéndome una pregunta: ¿le digo que me lo envuelvan para regalo? Porque ya no tengo edad para leer esas cosas (según diría ERDM), y seguro que se me quedan mirando raro... Ya sé que mis preocupaciones no tienen razón de ser, pero esos pensamientos no paraban de acudir a mi mente una y otra vez.
Al final, diciéndome que en Valencia no me conoce nadie (y menos aún los empleados del Corte Inglés), entro con aire distraído y me pongo a buscar el sexto libro. Lo encuentro poco después, como es de esperar, en los libros infantil-juvenil, rodeado de otros tomos de la saga que ya tengo. Me quedo mirándolo un instante y, por fin, lentamente, me decido a cogerlo como si estuviera pecando, o robando, o haciendo algo malo. Me encamino poco a poco a la caja... y allí hay un dependiente que, tras hablar con un señor, me atiende. Tenía cara de idiota.
-Dime.
Señalo el libro, ya sobre el mostrador, mientras saco la cartera del bolso.
-¿Es todo? -pregunta.
-Sí -contesto distraída, sin mirarle.
-Veintiún euros.
Pago, él envuelve el libro en una bolsa de plástico y me da el tique. Antes de alcanzármelo, pero, se me queda mirando con vacilación y pregunta dudoso, con voz trémula:
-¿Lo envuelvo para regalo?
Me lo quedo mirando fríamente, y logro esbozar una torva sonrisa.
-No.
Agarro el tiquet de un zarpazo, meto el libro dentro de mi bolsa, y me marcho sin mirarlo.
-Hasta luego -murmuro quedamente.
-Gracias por su visita... -consciente de que me observa detenidamente, de arriba a abajo, desaparezco de su vista en cuestión de segundos.
Ya veis, eso que yo tenía pensado hacer, resulta que el señor dependiente me lo ofrecía con desconcierto, evidentemente convencido de que ese libro no era para mí, sino que lo iba a regalar a alguien. Casi puedo considerarlo como un cumplido, porque al fin y al cabo me ha tomado por alguien seria y responsable (habrá reparado en las ojeras y la carpeta en la mano que delatan mi profesión). Pero me ha sentado como una ofensa; por lo menos, me ha molestado (y es evidente que su concepto de mí ha cambiado de un segundo al otro, y que ha percibido el enfado contenido con el que yo medía mis palabras).
Pues mira, pues sí, señor dependiente. Tengo veinte años y me gusta leer Harry Potter; quiero saber qué pasará, aunque medio mundo me haya estropeado ya el final de la saga con sus spoilers. A mí, Harry me sigue gustando, y leeré hasta la última línea del séptimo libro, que tengo pensado comprarme la semana que viene.
¿Y QUÉ?
Besazzos,
*Luli*
4 comentarios:
Ooooooooooooooh! me declaro culpable yo me he leído todos los libros y he visto todas las pelis jajajajaja, y tengo 19 años pero me da igual :P
bss
Y que no se diga! A mi me gusta Harry Potter mucho y te entiendo, hemos crecido con él. Yo me acuerdo que era algo más pequeña, pero eso no quita que no me diera por el boom también XD.
No te digo nada del libro porque no quiero estropeártelo, pero seguro que te gusta mucho, vamos, yo lloré con el final... xD
Besos Luli!
La verdad es que es adictivo. Estoy devorando el quinto, apenas me quedan cien páginas o así para acabar, y me siento culpable porque no he estado estudiando nada de nada.... aaaaaaiii!!!
Besazzos, guapisimas!!
Por cierto, Mett: ¡¡¡yo ya me deslagrimé con la muerte de Sirius (cada vez que la leo, caigo), no me digas esas cosas!!!
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